chegou aos nosos ollos lectores.....Lucía Abarrategui publica na Voz

Chegou aos nosos ollos lectores... a publicación no periódico La Voz de Galicia da exalumna do Aguiar Lucía Abarrategui. É ben coñecida a súa pasión pola radio porque estivo no Aguiar polas Letras Galegas impartindo un obradoiro  o ano pasado.  Xunto a Sergio Pascual levan xa varios anos extendendo a través de cursos e obradoiros a radio na bisbarrra . Non reparan na idade nenos, mozos, adultos e persoas maiores son destinatarios do seu entusiasmo e bo facer.

Agora chéganos dela publicado no diario La Voz de Galicia un precioso e emotivo texto nun diario escrito pero que non deixa de ser unha auténtica declaración de amor pola comunicación radiofónica.  Nada mellor que poñelo aquí á disposición dos lectores desta web.

 

¿Qué tiene Betanzos de Marconi?

     Mi cuerpo y mi mente han desarrollado una intolerancia severa a la información; creo que se me han disparado los niveles de empatía. Esto no tendría demasiada importancia de no ser porque me dedico al mundo de la comunicación, la radio es parte de mi vida. Pero me provocan náuseas las malas noticias que trae este medio a nuestros oídos y, sobre todo, el tratamiento informativo que se le da a las tragedias ajenas en determinadas televisiones y periódicos. ¡Haberte dedicado al mundo del arte!, pensarán ustedes, incluso yo lo pienso y a veces me declino inevitablemente por ese extraordinario universo. Pero, ¿y qué es el arte sino conflicto, sufrimiento? Y yo respondo con otra pregunta, como buena betanceira que soy: ¿acaso la radio no es un arte? Y aún siéndolo, ¿no puede transmitir cosas extraordinarias? La respuesta la obtenemos cada semana en las sesiones de radio con los «mayores» de Coirós y Betanzos.

     Porque sí, ese aparato viejo y afectado por la rutina de las parrillas radiofónicas actuales y lleno de noticias terribles, puede convertirse en un resorte de vida (tenemos alumnas de 85 y 90 años que nunca faltan a una clase), de alegría (el otro día, una de ellas, Isabel, me comentaba que la risoterapia no le había funcionado tanto como la radio), de compañerismo (algunos alumnos no saben leer, otros se ponen muy nerviosos, algunos tienen dificultades para moverse, pero todos se complementan para formar un equipo), y de creatividad (es un alimento vital para nuestro cerebro que se va lamentablemente atrofiando y que con la radio se activa y se ejercita). Quién le diría a Guglielmo que el medio al que vio dar sus primeros pasos (gracias también a los descubrimientos de otros nombres más olvidados) además de servir para transmitir esas noticias tan horribles de un lado a otro del planeta, tendría multiples beneficios que mejorarían la calidad de vida de un grupo de vecinos de Coirós y de Betanzos. Quién le diría al italiano que dos siglos después, su contribución iba a alimentar la ilusión de una humilde comunicadora con alergia al carcomido mundo del periodismo. Por todo ello, gracias Marconi.