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La cigüeña y el pingüino se van a Reikiavik

Había una vez una cigüeña que se llamaba Alba y siempre estaba sola. No tenía amigos porque a ella le gustaba viajar por el mundo en busca de antigüedades, mientras que las demás cigüeñas no le hacían ni caso porque se divertían tocando el güiro todas las tardes.

Una tarde Alba pensó que como ella era la única a la que le gustaban las antigüedades, tendría que buscarse otros amigos. Y así lo hizo, cogió su piragua y empezó a remar y remar … hasta que llegó a la Antártida.

Al día siguiente conoció a un pingüino llamado Alfonso, al que también le gustaba recorrer el mundo en busca de antigüedades. Alba le preguntó a Alfonso si quería ser su amigo y él le dijo que sí. El primer anticuario que fueron a visitar vivía en Reikiavik. Allí compraron un paragüero del siglo XIX.

 Daniela Fiuza

 



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