El día 03 de Enero, justo después de celebrar fin de año en Mindelo, Cabo Verde, emprendemos nuestro mayor viaje con Lily: 17 días en el mar sin ver tierra. Fue una experiencia familiar muy intensa e enriquecedora.
Los días anteriores, tratamos de comprar todo lo que podríamos necesitar para tantos días en el mar: frutas, verdura, pero también mucha agua, leche y otras muchas cosas... Ultimos adiós a los amigos de paso que nos hicimos por el camino. Somos todos nómadas, las amistades son intensas pero al poco tiempo cada uno sigue un rumbo distinto al otro. Algunos quizas los volveremos a ver... Los nervios están al máximo, todo el mundo está preparando el barco, ver que está todo en orden, revisar todo para no tener malas sorpresas en el medio del océano, rellenar gasoil, gas... Muchos salen en la misma fecha que nosotros, cada día zarpan muchos a su propia aventura. La comunidad de navegantes es muy unida, nos apoyamos los unos a los otros, y más antes de este tipo de travesía tan larga. Para nosotros fue la segunda vez y estábamos más tranquilos pero nunca viajamos tantos días con Lily y sería mentir decir que no estabamos nerviosos también.
El primer día aún se ve tierra hasta un buen rato, la ves desaparecer poco a poco y luego sólo se ve el mar a 360 grados a tu alrededor. Al principio hay que aclimatarse, que cada uno se amarine al barco y sobre todo al movimiento constante. Tuvimos suerte y Lily nunca se mareó, se adaptó en seguida a la vida marinera y su energía, entusiasmo, y facilidad de adaptación nos ayudó mucho.
Luego los días se siguen y se instala una pequeña rutina. Hacíamos escuela con Lily, un par de horas, juegos, lectura, manuelidades y actividades de la vida cotidiana como realizar un bizcocho, hacer pan... Se hacía de noche muy pronto así que el día pasaba muy rapido. También se pesca: pescamos unos dorados muy ricos que venían bien para comer proteinas frescas.
Como se había de esperar tuvimos algunos imprevistos, averías que afortudamente conseguimos no nos impidiesen navegar. A veces uno se pregunta qué hace allí en el medio del océano, con la incomodidad del movimiento constante, sobre todo depués de un momento de estrés. Pero todo lo compensa la alegría de estar en familia, de vivir esta mágica experiencia juntos. También ocurren cosas muy bonitas, experiencias que Lily no podría tener si no estuviera allí: delfines en la proa, nadando junto al barco, la visita de una ballena que estuvo pegada al barco durante una hora y nos ofreció el momento más mágico de todo el viaje.
Después de 17 días, vimos por fin aparecer la isla de Martinica! Ya estabamos del otro lado del océano, y saber que lo hicimos nosotros tres nos hizo crecer como familia. Al llegar bailamos en la cubierta, saltamos de alegría y abrimos una botella de cava!
Los dos siguientes meses se pasarán visitando islas de las Antillas enores. Si queréis ver algunas fotos o videos de nuestro viaje os inivtamos a seguirnos en Instagram: https://www.instagram.com/voilier_nicole/
Próximamente os contamos cómo fue el mes de Febrero!
