DIA 7: EL FINAL
Nunca dejará de sorprenderme la facilidad adolescente para dar rienda suelta a las emociones. La despedida de hoy parecía una de esas escenas documentales de familias despidiendo a los soldados que partían en los trenes al frente de combate. Lágrimas, abrazos, más lágrimas... En fin, como decían aquellos personajes de Gran Hermano: "las emociones se magnifican dentro de la casa".
Hoy el día tuvo ese sabor a despedida desde el comienzo. Bernardino y yo dejamos la casa donde tan bien fuimos atendidos por sus entrañables dueños, Roberta y Paolo. Nos despedimos de ellos y nos dirigimos al Liceo donde nuestros alumnos nos esperaban para dar un último paseo por Rívoli en compañía de Sandra Aguilar, la alegre argentina de verbo fácil y nuestra querida Cristina Peretti. Fuimos al mercado, hicimos las últimas compras y despues los ragazzi (plural de chicos y chicas en italiano) españoles asistieron a una clase de español con Cristina Ciavarella, profe de español en el Liceo.
Tras la clase, y despues de una frugal comida, solo quedaba la despedida en el mismo lugar, la Plaza de Aldo Moro, a la que llegamos hace ya siete días. No hablaré mas de ese emotivo momento. A punto de subir al avión pospongo la crónica hasta esta noche, en la que daré por cerrado este diario.