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MEDEA

MEDEA

 V.V. 213-266

 

De todos los seres que sienten y conocen, nosotras las mujeres somos las más desventuradas, porque necesitamos comprar primero un esposo a costa de grandes riquezas y darle el señorío de nuestro cuerpo; y este mal es más grave que el otro, porque corremos el mayor riesgo, exponiéndonos a que sea bueno o malo. No es honesto el divorcio en las mujeres, no es posible repudiar al marido. Habiendo de observar nuevas costumbres y nuevas leyes, como son las del http://3.bp.blogspot.com/-aGxeRox8LZg/UdB1dAMUNNI/AAAAAAAAABU/n1c5q-QO9hI/s300/EURIPIDES.jpgmatrimonio, es preciso ser adivino (no habiéndolas aprendido antes, como sucede, en efecto) para saber cómo nos hemos de conducir con nuestro esposo. Si congenia con nosotras (y es la mayor dicha) y sufre sin repugnancia el yugo, es envidiable la vida; si no, vale más morir. El hombre, cuando se halla mal en su casa, se sale de ella y se liberta del fastidio o en la del amigo, o en la de sus compañeros; mas la necesidad nos obliga a no poner nuestra esperanza más que en nosotras mismas. Verdad es que dicen que pasamos la vida en nuestro hogar libres de peligros, y que ellos pelean con la lanza; pero piensan mal, que más quisiera yo embrazar tres veces el escudo que parir una sola.

                                                         Eurípides,  480 a. C. -  406 a. C.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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                       Medea, J. Waterhouse

 

 

 



story | by Dr. Radut