Skip to Content

GRAECIA DIXIT

Una ley draconiana.

Dracón fue un legislador ateniense, artífice de unas leyes durísimas

[1]

en el año de su arcontado (621 a.C.) sobre todo, por las penas que éstas prescribían. Un ejemplo: la pérdida de la libertad personal por deudas, de tal modo que una persona si no podía reintegrar la cantidad prestada pasaba a ser esclavo de su acreedor. La situación duró solamente hasta el año 594, en que, al acceder al arcontado, Solón promulgó un nuevo código-el de la reconciliación social-, prohibiendo taxativamente que se hipotecara a la persona, a la vez que establecía una seisákhtheia, descarga o condonación de deudas, una especie de “borrón y cuenta nueva”, imprescindible para crear un status político-social que abriera y cimentara el largo camino hacia la democracia, que habría de cristalizar casi doscientos años después.

Plutarco, con su proverbial erudición, enriquece la biografía de Dracón, aportando el dato de que Solón, como primera providencia, comenzó por abolir el código draconiano, con la sola excepción de dejar en vigor la pena de muerte, lo mismo para los delincuentes contra la propiedad (hurtos de hortalizas, de frutos…) que para los holgazanes incluso; con mayor motivo aún, para los ladrones sacrílegos y asesinos. Cierra este polígrafo su relato con la siguiente anécdota: preguntado Dracón sobre el particular, respondió que consideraba que todo delito, aunque fuera leve, merecía la pena de muerte, mientras que, para los graves, ya no se disponía de penas mayores… Con razón pudo decir Démades

[2]

que “Dracón había escrito sus leyes con sangre, no con tinta”. Con testimonios tan expresivos, no es raro que el adjetivo draconiano haya pasado a las lenguas cultas con el sentido figurado que define nuestro Diccionario Académico: “Aplícase a las leyes, providencias o medidas sanguinarias o excesivamente severas”.

No fue Dracón el único legislador que dictó leyes rigurosísimas. Sabemos también de Zaleuco, con respecto a los locros epicefirios

[3]

, en el dicho conservado por Zenobio (IV.10) “Ley de Zaleuco” , citado también por Diogeniano (I.IV. 94 y VIII.58), quien, a su vez, remite a otro semejante: “Hacha de Ténedos”, arma que se empleaba contra los adúlteros de esta isla que eran sorprendidos in fraganti.

 




[1]

“Que no eran propias de un hombre, sino de un dragón”, según Aristóteles que juega, según una diáfora con el significado de Dracón (“dragón o serpiente”).

[2]

Orador y político ateniense del siglo IV a.C. y uno de los más destacados partidarios de Filipo de Macedonia; por tanto, enemigo político de Demóstenes, que lideraba en Atenas, como es sabido, el partido antimacedónico. Por otro lado, su popularidad en Atenas contribuyó a que la fábula se apoderara de él como personaje agudo e ingenioso.

[3]

Vid. Heród. VI.23. Aristót. Político



story | by Dr. Radut