Skip to Content

suxestión

Decembro 2019

Heidelberg y otros relatos
de
Diego Alfonsín

     Nos catro relatos deste libro fálase da amizade e as relacións interpersoais, reflexiónase sobre o que non nos atrevemos a dicir en voz alta ou observamos como alguén, a quen non se ten en consideración, pode converterse nun verdadeiro heroe moral. No último relato o escritor debuxa un entrañable retrato do seu avó.
    O autor, recoñecido xa con varios galardóns, foi alumno do noso instituto onde na actualidade imparte docencia.

    La primera en hablar fue Susana. Preguntó si alguien más quería una taza de té. Alguien dijo mi nombre y se me encogieron las tripas. Tengo la bufanda puesta todavía, también el abrigo y los zapatos de tacón. Estoy tumbada boca abajo. Me quedo muy quieta y trato de escuchar con atención. Se piden tazas de té, también se sugiere café y parece ser que alguien decide irse. La puerta del salón, entrecerrada hasta ahora,  se abre del todo y todos están aquí mismo. Se acerca gente. Susana entra en la habitación con otra persona. Un calor repentino me recorre el cuerpo y la sensación que me invade es aterradora, estoy desnuda en medio de una calle y todos quieren saber qué hago ahí. Durante unos segundos cierro los ojos y deseo desaparecer. Cuando los abro de nuevo y me atrevo a mirar, los pies de Susana se acercan a la cama, recoge uno de los abrigos y  se lo entrega a la persona que lleva los zapatos de Marcos. Es Marcos. Es él el que se va. Susana bromea preguntando en voz baja si no será él el amante, por eso te vas, no lo niegues, di la verdad, todavía hay algo entre vosotros, dónde os vais a encontrar. Se ríen de una forma curiosa. Marcos indica que tiene que hacer algunas cosas para mañana, que hoy no ha tenido tiempo, que podía haberse ido conmigo, pero que a veces todavía se siente un poco incómodo cuando nos quedamos solos, sobre todo desde el viaje del verano pasado. Creo que ella todavía no lo ha superado, dice. Hijo de puta, estoy a punto de decir en voz alta. Qué hijo de puta. Susana se dirige hacia la puerta, se queda unos segundos bajo el umbral y después la arrima con cuidado, casi cerrándola. Después vuelve y dice en un susurro: ¿crees que lo sabe? Se besan casi sin tocarse, casi sin hacerlo, como sin quererlo, entregándose algo prohibido el uno al otro mientras miran hacia otro lado, aunque en realidad lo único que veo son los pies, pero los pies, ahora puedo saberlo desde aquí abajo, también hablan de los ojos y de las palabras, también de las  manos. Yo hace ya varios segundos que no respiro del asombro. Sus cuerpos se separan despacio. Alguien se aceca y abre la puerta. Es Matías, el  marido de Susana. Marcos mueve los pies inquieto, sin saber muy bien hacia donde dirigirlos, como si ellos fueran por delante de él. Matías viene con la niña. Hay que cambiarla. La pone en el suelo y la anima a dar unos pasos. Enséñale a Marcos lo que hiciste esta mañana, venga, enana, unos pasitos nada más, para que Marcos vea. Susana se pone en cuclillas y abre los brazos llamándola, ven, mi amor. Veo sus anchas pero estilizadas caderas casi al nivel del suelo. Sé perfectamente la cara que Susana tiene en estos momentos...

Novembro 2019

ARS VIVENDI
                                                                   Presentes sucesiones de difuntos
                                                                                                 QUEVEDO
Pasa el tiempo y suspiro porque paso,
aunque yo quede en mí, que sabe y cuenta,
y no con el reloj, su marcha lenta
—nunca es la mía— bajo el cielo raso.

Calculo, sé, suspiro —no soy caso
de excepción— y a esta altura, los setenta,
mi afán del día no se desalienta,
a pesar de ser frágil lo que amaso.

Ay, Dios mío, me sé mortal de veras.
Pero mortalidad no es el instante
que al fin me privará de mi corriente.

Estas horas no son las postrimeras,
y mientras haya vida por delante,
serás mis sucesiones de viviente.

                                        Jorge Guillén (1893-1984 ) in Clamor

Novembro 2019

Palabra de bruxa
de
Andrea Barreira Freije



    Esta é a historia de Berenice, a última muller da casa das Xanas, mais tamén é a historia das mulleres que non renunciaron á voz propia. Elas toman a palabra con forza e sentímola poderosa no aquelarre, no fogar, na rúa, nos espazos onde viven. E canda elas as persoas que as denuncian, que as sinalan, que as xulgan e as condenan sen escoitalas, que exercen o seu poder. E a súa vez aquelas coas que comparten o seu amor.
    A través destas páxinas saberás o que contan as bruxas e a súa verdade.

    Disposto a ver canto de certo terían os díxome-díxome, o rapaz non tardou en visitar o lugar. O muíño agochábase baixo a protección de castiñeiros, carballos, bidueiros... O río Portela avanzaba seguro ao seu carón, deixándose guiar por unha presa até as entrañas onde se moía o gran. A porta estaba entreaberta, malia iso Pío petou con forza, máis ninguén respondeu. Chamou con voz firme, pero todo era silencio, até o río calou cando decidiu entrar aproveitando esa soidade.
    Ao outro lado a penumbra asolagábao todo. Agochadas entre as sombras, ducias de candeas apagadas semellaban agardar algo, pois crepitaban malia non ter luz. Ao seu carón, resaltaba unha morea de libros. Movido pola curiosidade e seguro de que alí atoparía algunha proba do escoitado, aproximouse. Non pousara o pé no chan cando sentiu ducias de ollos axexar os seus pasos.
    Decidiu quedar no sitio até asegurarse de que non corría perigo. Ademais non lle quedaría outra, un felino branco cae diante del, fitándoo coa desconfianza dun ser que non lle permitiría avanzar até que a ama aparecese. Un arrepío percorreu o corpo do rapaz pois, malia non atoparse diante da mesma morte, semellaba ser xulgado por unha pantasma.
    Levantou a vista nun intento de atopar a saída, mais ao facelo quedou atrapado nos remuíños dun río. A súa vida semellou deterse nese instante. Sentíase afogar como aquela noite en que caera ás augas no seu derradeiro intento de fuxir da casa. Daquela uns brazos foran o seu salvavidas. Agora, os mesmos ollos que o apreixaban decidiran darlle, polo momento, un respiro. Non sabería dicir canto tempo o observara esa muller, nin tan sequera podería adiviñalo, pois a súa presenza foi repentina, como se se fixese corpórea nese intre, ou como se fose quen de deter o tempo.
    -Buscabas algo? -interrogouno unha voz firme, desconfiada. Eses iris de auga afogaríano se non daba a resposta axeitada.

   -Sinto a molestia... Dona Angustias e dona Esperanza envíanme a recoller un saco de fariña de centeo -non puidera evitar a mentira. Tampouco lle importaba. Levaba tanto tempo vivindo nunha que até el era incapaz de saber onde estaba a verdade con exactitude.
    -Curioso... xusto onte levaron un... Non adoitan volver Até pasada unha lúa -a muiñeira sorriu e, mentres eses beizos se esparexían, Pío sentiu como o apreixaba unha semieira que penetraba cada capa da súa consciencia e inconsciencia.
    -En realidade... sentía os ollos cravados nos seus. Pódense agochar as lembranzas? De súpeto tiña a necesidade de borrar mesmo os recordos, os coñecementos, os acontecementos de toda unha vida, coma se estes puidesen ser usados contra el nalgún momento. Por primeira vez en moito tempo, a súa realidade cambaleábase como se fose o xulgado ... caeulles xusto despois de abrila. Foi unha desfeita! Estaban moi contrariadas...
       

 

 

 

Outubro 2019

El amante silencioso
de
Clara Sánchez

clara sánchezIsabel debe ir a Mombasa para rescatar ao mozo Ezequiel que foi abducido por unha seita. Isabel faino para  redimir a culpa que sente desde que o seu irmán, vítima doutra seita, se suicidou sen que ela puidese axudarlo. Unha vez en Mombasa o líder da seita sospeita dela. O día que Ezequiel desaparece, Isabel decide pedir axuda desesperada. Consegue atopar o móbil que lle fora requisado e contactar con Said, un misterioso home que, coa súa moto destartalada e unha chancla de cada cor, aparece no momento máis adecuado e que termina converténdose nun gran aliado para Isabel...
   

Era un día frío y cogí la bicicleta para ir hasta la Asociación de Víctimas Dependientes, donde uno se encontraba desde exyihadistas arrepentidos hasta adictos a las drogas, al alcohol, al juego, al sexo y al riesgo en general. Me gustaba sentir la cara helada, la sensación de tener que concentrarme en el frío y en el tráfico. Era lo único que me hacía pensar que todo era real, no una pesadilla con tintes de realidad. Desde el suicidio de mi hermano hacía tres años, mis padres y yo habíamos necesitado terapia, y todavía seguíamos en contacto con la plataforma de afectados y el cuerpo de sicólogos. Y no teníamos inconveniente en hablar con quienes lo necesitasen para que no se sintiesen solos, aunque de sobra sabíamos que en cuanto nos despedíamos todos volvíamos a nuestras desgraciadas vidas.portada
    En esta ocasión fue algo más. Una familia había pedido reunirse conmigo en particular por consejo de uno de los sicólogos expertos en socioadicciones. Es curioso cómo cuando a alguien le sucede algo fuera de lo común, se da cuenta de lo poco que sabía de una parte del mundo. Yo no sabía lo fácil que es que te coman la cabeza hasta el punto de dejarte explotar y llegar a límites infrahumanos. Ni que todo lo que pasa, por malo que sea, también les pasa a otras personas, y entonces buscamos a esas personas donde sea y como sea porque no soportamos estar solos y no hablar constantemente de lo que nos ocurre. Y por eso existía esta asociación, con dos salas destartaladas y muebles que habíamos ido aportando unos y otros para que las cuotas fueran accesibles a todo el mundo.
    Me esperaban en lo que allí llamábamos “la sala de reuniones”, una mesa con seis sillas. A parte de mí había tres personas que por su aspecto podrían permitirse un asesoramiento máas lujoso que el nuestro, entre ellas una mujer abatida, con el pelo sedoso castaño, no muy peinado, pegado a la cabeza, sin maquillar, y con vestimenta clásica y cara: un abrigo Burberry, arrojado sobre la silla de al lado, un bolso Chanel y un jersey de cachemira color camel ajustado a su delgado busto...

E aquí tes o espazo web da autora

Xuño 2019

¿Cuándo llegará el verano?alberti

¿Cuándo veré desde tierra,

amor, tu tienda de baños?

 

Vestida, en tu bañador

azul, hundirás el agua,

y saldrás desnuda, amor;

que el mar sabe lo que hace

para que te quiera yo.

 

¡Oh, tu cuerpo, henchido al viento,

desafiando la mar,

desafiando la playa,

la playa, la mar y el cielo! 

in Marinero en tierra de Rafael Alberti (1902-1999)

O poeta pintado por Herminio Molero

 

Preme aquí para escoitar o poema na voz de Nuria Espert.

Xuño 2019

O mundo en que vivín

de

Ilse Losa 

Nesta novela Ilse Losa, considerada a Ana Frank portuguesa, presenta a historia de Rose, unha nena dunha familia xudía, que primeiro vive cos avós nunha pequena vila de Alemaña e portadalogo se traslada cos pais e que ao longo das súas vivencias, baseadas na sinxeleza e na vida cotiá, nos vai amosando como os xudeus acabaron sendo un grupo marxinado na Alemaña do período de entreguerras. 

        Os venres á tardiña e os sábados á mañá, os xudeus ían á sinagoga, mentres os cristiáns veneraban o seu Deus os domingos, na igrexa. A sinagoga, edificio baixo, simple, branco, cunha cupuliña no cume, era de tan pouca aparencia que nin a estrela dourada de David e as letras hebraicas, tamén douradas, por enriba do portal, lle conseguían conferir prestancia. Só os cedros e os piñeiros, esveltos e melancólicos, facían adiviñar algo desa solemnidade misteriosa, un tanto incómoda, mais na fin de contas indispensable a calquera templo de calquera crenza.

(...) O  avó Markus sentaba embaixo, na sección dos homes. A avoa Ester e mais eu subíamos a escaleira para a galería das mulleres. Pregunteille unha vez á avoa por que os homes ficaban separados das mulleres e por que as mulleres non interviñan nas cerimonias máis magníficas. Respondeu que (...) a sinagoga, en tempos moi antigos, fora unha especie de escola onde se ensinaban as leis de deus que se lle lían ao pobo en voz alta. Aínda que agora, en certa medida, se continuase a facer dese xeito, iso xa non tiña a mesma utilidade, pois abondaba con que alguén se tomase a molestia de observar a asistencia para verificar que se escoitaba sen entusiasmo ou ata nin se escoitaba. Á maioría faltáballe a curiosidade e, ademais, quen entendía suficientemente a lingua hebraica? Quen sabía máis do que ler as palabras sen coñecer o seu sentido? No mellor dos casos, as persoas engaiolábanse coa súa música, mais non co seu significado.losa

-Hai séculos, dixo ela, as cousas superiores e importantes eran algo exclusivo dos homes. Nos tempos de hoxe aínda é así. Só os homes son chamados para tomar os rolos da Tora e para ler os textos. Onde se viu algunha vez un rabino ou un cantor de sinagoga con saias? Mais basta. Agora xa sabes por que nós as dúas quedamos aquí enriba, illadas dos homes.

Tirando os sermóns sobre o que era práctico e económico, nunca a avoa me explicara tanta cousa dunha soa vez. E, cousa rara: nas meixelas pálidas xurdíronlle manchas vermellas que facían lembrar...

Maio 2019

Xiro a chave do descapotable

Síntome unha deusa con pernas de seda

Non vai vento pero eu solto o pelo

             e xiro sensual a cabeza

Luxo o cigarro de vermello intenso

Acumulo conquistas no retrovisor

Seime libre, seime segura, seime magneticamente muller.

                   I I PAUSE

 A ficción é irresistiblemente apetecible

pero cambio de soño ó cambiar de canle

fagocito roles camaleónica e (tele)dirixida

Aínda non averiguei a que ulen as nubes,

mágoa que doia tanto facerse a cera

e que xa non fabriquen

descapotables rosas.

in RE(C)VERSO, 2012, Celia Parra (1990)

https://asescollaselectivas.wordpress.com/2013/02/17/celia-parra/

Abril 2019

Primavera

Abril, sin tu asistencia clara,
fuera invierno de caídos esplendores;
mas aunque abril no te abra a ti sus flores,
tú siempre exaltarás la primavera.j r jiménez

Eres la primavera verdadera;
rosa de los caminos interiores,
brisa de los secretos corredores,
lumbre de la recóndita ladera.

¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa,
abrazados los dos, sea tu risa
el surtidor de nuestra sola fuente!

Mi corazón recojerá tu rosa,
sobre mis ojos se echará tu brisa,
tu luz se dormirá sobre mi frente...

Juan Ramón Jiménez (1881-1958)

https://www.poeticous.com/juan-ramon-jimenez/abril-sin-tu-asistencia-clara-fuera

 

Abril 2019

Ninguén lembra
de
Vanesa Santiago

 vanesa santiago    Daia Dalúa cruza Europa nun tren que a levará cara a un destino frío onde coñecerá a calor dos amigos. Con eles, deberá descubrir que se agocha tras o po centenario dun libro laretas que lles pide axuda para salvar á Degon Aerinaira. Mais, quen é a Degon Aerinaira? Poden fiarse da mensaxe dun libro que se dedica a posuír, a dicir de Daia, a incautas alumnas de primeiro como Fiona, a súa irmá? Foi casualidade que aquel vello libro caese nas súas mans? Mais Daia non cre nas casualidades. Se ti tampouco cres nelas, mergúllate nesta historia que ninguén lembra para coñecer a resposta. Ao cabo, non é casualidade que esteas a ler este anticipo... Us kroguinin, Degon Aerinaira? Onde estás?... (da presentación editorial)
      
   (...) Aquel terceiro curso resultaba mortal, esgotador e pesado. Traballos e máis traballos, exames e máis exames. Daia e kailey pasaban o día na biblioteca. A primeira miraba desalentada cara ao alto do andel onde se achaba o  libro de botánica que precisaba. “Por que non mediría dúas cabezas máis? Ou talvez, a Kinesofiliaportada axudaría...” Daia comentoulle o seu inconveniente a Kailey, que sorriu ante aquel problema trivial, e concentrouse un intre mentres un libro apertado entre aquelas ducias de tomos poeirentos desaparecía para aparecer na mesa onde as dúas estudantes tiñan montada a súa papelaría particular. Daia palmeou leda a Kailey, que a ignorou para volverse ao  Manual do perfecto Kinesófilo, e tomou aquel libro entre as mans. Mais non era o  libro de botánica que imaxinaba, senón un libro equivocado. Un libro moi estraño e moi vello, a xulgar polos pergameos que o compuñan. Que facía un códice tan antigo entre os libros de acceso xeral da biblioteca? Daia esqueceu que buscaba un texto sobre botánica do Antigo Exipto (temas que a achegaban aos seus tíos de Alexandría) cando descubriu que a introdución dese volume aparecía, cal Pedra de Rosetta, en diversas linguas e alfabetos. Dúas coñecíaas: latín e un méigaro arcaico e incipiente, escritos cunha caligrafía que podería ser uncial, unha escritura que se dera a finais da Idade Antiga. Logo, eses pergameos  eran realmente vellos! Alegrouse de ter os coñecementos na materia frescos grazas a súa paixón pola botánica, que a levaba a ter que descifrar mesmo reproducións de remedios naturais descritos nas taboíñas de barro sumerias e babilónicas. Descontando as partes escritas nun mérito máis actual, a terceira lingua, empregada ao parecer no resto daquel códice, nin sequera empregaba o alfabeto latino. Dirixiu a súa atención ao limiar, escrito en méigaro, dado que o latín, con todo, o tiña algo enferruxado.
    “Nos días das insignes áerin, raíñas e princesas que serán esquecidas co paso dos séculos, a calor, a forza e a sabedoría medraban alí onde...

Neste enlace podes visitar a bitácora da autora: http://ninguenlembra.blogspot.com/

E aquí tes o booktrailer da novela:

Marzo 2019

El último patriarca
de
Najat El Hachmi

    A historia dunha rebelión persoal contra unha orde establecida desde tempos moi antigos. Mimoun e a súa filla nacen para cumprir o papel que o patriarca lles ten asignado pero uns cambios nas circunstancias que os envolven serán decisivos para propiciar unha mutación na situación. Esta é unha historia familiar, unha historia onde as contradicións internas dos personaxes afloran para marcar unhas relacións cheas de desencontros. Unha historia definida pola ruptura que supón a separación.
    Najat El Hachmi, a autora, axusta contas co machismo e a violencia dos xefes de familia chapados moi á antiga. En contraposición a esa figura cruel, emerxe a da súa filla: unha moza que busca a liberdade desprendéndose dun legado social que non elixiu. Sen estarmos ante unha obra autobiográfica,  non faltan algunhas experiencias persoais da escritora marroquí. 
     
    (...) Ésta es la única verdad que os queremos contar, la de un padre que debe afrontar la frustración de no ver cumplido su destino, la de una hija que, sin habérselo propuesto, cambió la historia de los Driouch para siempre.
    (...) Su padre se lo pensó bien. Le había avisado. Primero había advertido a la madre: haz callar a este carajo de crío, dijo. Había avisado a las hermanas de Mimoun, hacedlo callar de una vez, debió de decir. Pero todas ellas se lo habían ido pasando, meciéndole dentro del fardillo donde lo protegían del mundo. Mimoun seguía abriendo la boca y soltando unos gritos que, en defensa de Driounch, tenemos que decir que seguramente debían de ser bastante insufribles. Él había advertido a las hermanas, a la madre y, finalmente, no había podido más y amenazó al pequeño. Cállate ya de una vez, que me estás volviendo loco, le debió de decir. ¡Dios maldiga a los antepasados de la madre que te parió! La abuela ya estaba acostumbrada a oírse increpar de ese modo y lo debía de mirar de reojo, con los músculos del rostro inmóviles, como a punto de lanzarle un escupitajo de esos que salen del fondo de la garganta. Pero no diría nada y debió de continuar acunando a Mimoun arriba y abajo, cada vez más deprisa, ya no sentada sino dando vueltas con los pies en medio de la claridad que dejaba entrar la puerta de la alcoba, incluso por encima de la blandura del barro seco del patio, que así los berridos se esparcían por el cielo y llegaban más tenues a la habitación del abuelo.
    Pero el abuelo tenía un mal día, el tabaco que solía esnifar se le había acabado, en la tienda del pueblo no quedaba y hasta la mañana siguiente ningún coche saldría hacia la cuidad más cercana.
    (...) No sabemos exactamente cómo ocurrió pero lo que es seguro es que allí (...), a la hora en las que todos deberían haber estado durmiendo la siesta, ¡plaf!, sonó la primera bofetada de Mimoun, que tenía que aprender a...

Distribuir contido


by Dr. Radut