Mércores 29 marzo
No ecuador da nosa saída didáctica imos cara a Cáparra, Plasencia e Cáceres.
En Cáparra achegarémonos ao foro, visitaremos as termas, pasaremos baixo o único arco tetrápilo de España ou, diante das ruínas do anfiteatro, recitaremos a modo de resumo estes versos de Rodrigo Caro:
Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora
campos de soledad, mustio collado,
fueron un tiempo Cáparra famosa.
... por tierra derribado
yace el temido honor de la espantosa
muralla, y lastimosa
reliquia es solamente
de su invencible gente.
Sólo quedan memorias funerales
donde erraron ya sombras de alto ejemplo
este llano fue plaza, allí fue templo;
de todo apenas quedan las señales.
Del gimnasio y las termas regaladas
leves vuelan cenizas desdichadas;
las torres que desprecio al aire fueron
a su gran pesadumbre se rindieron.
Este despedazado anfiteatro,
impío honor de los dioses, cuya afrenta
publica el amarillo jaramago,
ya reducido a trágico teatro,
¡oh fábula del tiempo, representa
cuánta fue su grandeza y es su estrago!
¿Cómo en el cerco vago
de su desierta arena
el gran pueblo no suena?
¿Dónde, pues fieras hay, está, el desnudo
luchador? ¿Dónde está el atleta fuerte?
Todo desapareció, cambió la suerte
voces alegres en silencio mudo;
mas aun el tiempo da en estos despojos
espectáculos fieros a los ojos,
y miran tan confusos lo presente,
que voces de dolor el alma siente,
... si tú no lloras, pon atenta
la vista en luengas calles destruidas;
mira mármoles y arcos destrozados,
mira estatuas soberbias que violenta
Némesis derribó, yacer tendidas,
y ya en alto silencio sepultados
sus dueños celebrados.
Iso tocará á tarde, antes será a quenda de Plasencia. Deambularemos polo seu par de catedrais, subiremos ao adarve da súa muralla, outearemos as estreitas rúas da súa xudaría e o seu non romano acueduto.
E xa cansos, chegaremos a Cáceres, nova parada e fonda. Cáceres, patrimonio da humanidade, na que se inspirou Unamuno para dicir:
Y así van las horas,
paso a paso,
al pie de las torrres,
donde se alzan, centinelas de modorra,
las cigüeñas
de Cáceres.
... La plazuela en que alfombra
la yerba las piedras
recoge la sombra
solitaria
del viejo palacio
de escudos y rejas,
antaño boyante y hogaño ya lacio
que al cielo de fuego dormita su siesta.