Páxina 1 Poesía

Enviado por Anónimo o Mér, 27/03/2013 - 18:09

11 de febrero de 1977, Madrid
Siete días sin escribirte y fue a causa del dolor.
Perdí todos los días, todos los planetas.

Me despojé del último recuerdo,
s
ólo tu cuerpo florecido entre mis dientes,

sólo tu cuerpo de paloma mensajera 

despedazado por la verdad,

por las matemáticas del desorden.

El dolor me hizo bien,

también es un entretenimiento,
un lujo del amor,

una muralla más.
Volemos sus cimientos.

Inventemos la nada, el hombre necesita espacio.

No hay que temer,

la locura,

está con nosotros. Hueco final,

horda de los amantes.


Números
De los números naturales
sólo pocos se destacan,
particularmente notables
que a otros números opacan.

Números primos, cuadrados perfectos
son ejemplares singulares
de numerales selectos,
de inolvidables propiedades.

Y entre los números importantes
no soy yo la excepción,
seguro que me has visto antes,
pero ahora adivina quién soy.

Pues si mi propia raíz cuadrada
a mí mismo me restan,
por una gracia solo a mí reservada
el resultado es justo treinta.

 

Poesía numérica
Porque no faltan beli...3
que a estafar acostumbra...2

hacen con estos cuita...2

el oficio de los bui...3
¡Cuántos chalecos fia...2

y pantalones medi...2

que luego han sido pedi...2

y nunca han sido paga...2
!
Es dura verdad, no arras...3
a decir que en ambos mun...2

hierven rencores profun...2

en contra de nuestros sas...3
Vienen a nuestros merca...2
baratísimos vesti...2
por los franceses vendi...2

y por nosotros compra...2


Acertijo matemático
Dime, si eres entendido,
esto como puede ser:
ni tres son menos que cuatro
ni dos son menos que tres;
dos son tres si bien se advierte,
tres son cuatro si se mira,
cuatro seis y de esta suerte,
seis son cuatro sin mentira.


Problema matemático
Un ladrón, un cesto de naranjas,
del mercado robó
y por entre los huertos escapó;
al saltar una valla,
la mitad más media perdió:
perseguido por un perro,
la mitad menos media abandonó;
tropezó en una cuerda,
la mitad más media desparramó;
en su guarida dos docenas guardó.
Vosotros, los que buscáis la sabiduría.
Decidnos:
¿cuántas naranjas robó el ladrón?.
CÓRDOBA: Escuela del Califa. Año 355 de la Hégira


Canción de rueda
Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho,
y ocho dieciséis,
y ocho veinticuatro,
y ocho treinta y dos,
¡ánimas benditas,
me arrodillo yo!


Poesía con cuentas
- ¿Qué te cuentas?
- Que tengo que hacer estas cuentas.
- Lo que tú tienes es cuento.
- Vaya, perdí la cuenta al hablar.
- Me aburro de tanto contar.
- Pues cuenta un cuento.
- Conmigo no cuentes.
- Entonces, cuenta estos versos.
- Déjame ver... así son nueve.
- Al llegar a diez está completo.
 

Rimas del número Pi
Cuenta las letras de cada palabra y obtendrás, cifra tras cifra , las del número Pi
 
En Inglés (31 cifras):
Nor I, even I would celebrate
In rhymes inapt, the great
Inmortal Syracusan, rivaled nevermore
Who in his wondrous lore,
Passed on before,
Left men his guidance
How to circles mensurate A.C. Orr


En francés (31 cifras):
Que j´aime à faire apprendre un nombre
utile aux sages!
Inmortel Achimède, artiste ingénieur,
Qui de ton jugement peut prider la valeur?
Pour moi, ton problème eut de pareils avantages.


En alemán (24 cifras):
Wie o dies!
Macht ernslich so vielen viele Müh
Lernt immerhim, Jünglinge leichte Verselein
Wie so zum Beispiel dies dürfte zu merken sein
 

Espejo del no
nunca nada nadie
nadie nunca nada
nada nadie nunca
nunca nadie nada
nada nunca nadie
nadie nada nunca
 
 

Ars poética
 
estupefacto acto
teorema oh poema
artefacto exacto
exacto artefacto
poema oh teorema
acto estupefacto
 

Cacería mitológica
Aunque es breve la vida del conejo
y un lustro hace dos siglos en su historia,
habrá por lustros conejil memoria
de lo ocurrido en el Molino Viejo,
cuando, como dirá dona Coneja,
bajó Diana a cazar en Fuente Vieja.
En pámpanos se escriban, si no en bronces,
con plumas de perdiz, si no buriles,
los nombres de las muchas que entre miles dieron su vida por la Diva
entonces, plumadas y pilosas bestezuelas
blanco a sus tiros, blandas a sus muelas.
Ciento y veinte cabezas daba el cupo
de las piezas al cabo recogidas,
y de patas por siempre quietecidas
contó trescientas quien contarlas supo:
pues que Mercurio, terminado el día,
en contar y contar se entretenía.
De cuántos picos acalló la muerte,
ni de cuántas orejas sordecieran,
números no diré, que ociosos fueran
tras los que dijo ya mi canto fuerte:
que Minerva en la escuela dió manera
de que los pueda calcular cualquiera.
 

Persecución
La paz del verde valle,
el aire fresco y grato,
el rumor de una fuente,
el gorjeo de un pájaro,
nos hace que olvidemos
que entre silvestres flores
la lucha por la vida
forja dramas atroces:
Saltando entre matas,
seguido de un perro,
a su madriguera
volaba un conejo.
Con doscientos saltos
se verá seguro
y lleva cincuenta
de adelanto al chucho.
-¡Corre, corre, corre!...
¡Rápido, conejo!
Tú das cuatro saltos
mientras tres da el perro:
Mas ¡ay! desdichado,
justo es tu temor:
cuanto tú en tres saltos
hace el perro en dos.
¡Oh, intrigante caso!
¡Oh, destino incierto!
¿Podrá o no salvarse
el débil conejo?
 

Tiro al blanco
Por presumir de certero
un tirador atrevido
se encontró comprometido
en el lance que os refiero:
Y fue, que ante una caseta
de la feria del lugar
presumió de no fallar
ni un tiro con la escopeta,
y el feriante alzando el gallo
un duro ofreció pagarle
por cada acierto y cobrarle
a tres pesetas el fallo.
Dieciséis veces tiró
el tirador afamado
y al fin dijo, despechado
por los tiros que falló:
Mala escopeta fue el cebo
y la causa de mi afrenta,
pero ajustada la cuenta
Nl ME DEBES Nl TE DEBO.
Y todo el que atentamente
este relato siguió
podrá decir fácilmente
cuántos tiros acertó.
 


El collar de los enamorados
Un collar se rompió mientras jugaban
dos enamorados,
y una hilera de perlas se escapó.
La sexta parte al suelo cayó,
la quinta parte en la cama quedó,
y un tercio la joven recogió.
La décima parte el enamorado encontró
y con seis perlas el cordón se quedó.
Vosotros, los que buscáis la sabiduría,
decídme cuántas perlas tenía
el collar de los enamorados.
 
As contas do gabián
Un gabián no ceo

de pombas contou un cento

-¡Non son cen!- a coruxa berrou-

Se sumas as que están

máis tantas como son
máis metade das que están

e metade da metade das que son

contigo, gabián, as cen pombas ván.
 

Acuña, Manuel


Nocturno a Rosario
Que hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma,
los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Dios!


Alberti, Rafael


1,2, 3
1,2,3
soy un pez
4,5,6
gallo o pez
como gustéis
7
Ni pez ni gallo
vete.



El ángel de los números
Vírgenes con escuadras
y compases, velando
las celestes pizarras.

Y el ángel de los números,
pensativo, volando
del 1 al 2, del 2
al 3, del 3 al 4.

Tizas frías y esponjas
rayaban y borraban
la luz de los espacios.

Ni el sol, luna, ni estrellas,
ni el repentino verde
del rayo y el relámpago,
ni el aire. Sólo nieblas.

Vírgenes sin escuadras,
sin compases, llorando.
Y en las muertas pizarras,
el ángel de los números,
sin vida, amortajado
sobre el 1 y el 2,
sobre el 3, sobre el 4 ...


A la divina proporción
A ti, maravillosa disciplina,
media, extrema razón de la hermosura,
que claramente acaba la clausura
viva en la malla de tu ley divina.

A ti, cárcel feliz de la retina,
áurea sección, celeste cuadratura,
misteriosa fontana de mesura
que el Universo armónico origina.

A ti, mar de los sueños angulares,
flor de las cinco formas regulares,
dodecaedro azul, arco sonoro.
Luces por alas un compás ardiente.
Tu canto es una esfera transparente.
A ti, divina proporción de oro.

 
A la línea
A ti, contorno de la gracia humana,
recta, curva, bailable geometría,
delirante en la luz, caligrafía
que diluye la niebla más liviana.
A ti, sumisa cuanto más tirana,
misteriosa de flor y astronomía,
imprescindible al sueño y la poesía,
urgente al curso que tu ley dimana.
A ti, bella expresión de lo distinto,
complejidad, araña, laberinto
donde se mueve presa la figura.
El infinito azul es tu palacio.
Te canta el punto ardiendo en el espacio
A ti, andamio y sostén de la Pintura.


Poemas a viva voz
No sé si el faro incendia aún las horas
del triste odiar la Trigonomtría,
si en tus zapatos duerme todavía
la arena de las playas salvadoras.
 
Si en las algas y espumas rodadoras
trina el Latín con  la Fisiología,
si el alto lavadero en que te urgía
el placer solitario, rememoras.
 
No sé si vas despierto o vas dormido,
en pecado mortal sobrecogido,
a comulgar sin fe cada mañana.
 
No sé, no sé…Mas sé que tu locura
Fue hacer del mar tu sola asignatura,
Alumno al sol que de la mar se ufana
 

Los ángeles colegiales
Ninguno comprendíamos el secreto nocturno de las pizarras
ni por qué la esfera armilar se exaltaba tan sólo cuando la mirábamos.
Sólo sabíamos que una circunferencia puede no ser redonda
y que un eclipse de luna equivoca a las flores
y adelanta el reloj de los pájaros.
Ninguno comprendíamos nada;
ni por qué nuestros dedos eran de tinta china
y la tarde cerraba compases para al alba abrir libros.
Sólo sabíamos que una recta, si quiere, puede ser curva o quebrada
y que las estrellas errantes son niños que ignoran la aritmética


Al movimiento
A ti, donaire alado, forma en vuelo,

raudo volumen que la luz reanima

y en el movible espacio determina
l
a paralela sombra de su anhelo.
A ti, persecución, múltiplo en celo,
círculo en fuga, aljaba y jabalina;

rebelión de lo extático y divina

dinámica arcangélica del cielo.
A ti, soplo contrario a lo imposible,

perpetua agilidad, tallo flexible,

sangre en tensión, feliz musculatura.
La vida de la vida es promoverte.
Tu victoria, la muerte de la muerte.
A ti, libertador de la Pintura.
 

Alonso, Dámaso


Insomnio
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.(...).
Dime, que huerto quieres abonar con nuestra podedumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?
Hijos de la ira


Los contadores de estrellas
Yo estoy cansado.
Miro
esta ciudad
- una ciudad cualquiera –
donde ha veinte años vivo.
Todo está igual.
Un niño
inútilmente cuenta las estrellas
en el balcón vecino.
Yo me pongo también...
Pero él va más deprisa: no consigo
alcanzarle:
                                          Una, dos, tres, cuatro,
cinco...
No consigo
alcanzarle: Una, dos...
                                 tres...
                                           cuatro...
                                                         cinco...


 
Andreï Andreevich Voznesenskii
 
Balada parabólica
El destino, como un cohete, vuela parabólicamente,

casi siempre atravesando las tinieblas y formando un arco iris.
una vez un pintor rojo como el fuego, Gaugin,
bohemio, y antes, en el pasado, agente de bolsa.

¡Para entrar principescamente al Louvre,

viniendo de Montmartre,
hizo
     un viaje a través de Java y Sumatra
!
Partió, olvidándose de la locura del dinero,

del cacareo de las mujeres, del bochorno de las academias.

Él superó la ley de la gravitación.

Los maestros se carcajeaban detrás de sus jarros de cerveza:

<<La línea recta es más corta, la parábola más abrupta,
¿no es mejor, acaso, copiar los follajes del paraíso?>>


Pero él partió en un cohete rugiente

a través del viento que le arrancaba los faldones y las orejas.

¡Y al Louvre vino a dar no por la gran puerta,
sino en una parábola
              
                         que furiosa
                        
                                 atravesó el techo!


Cada quien va hacia su verdad, según su audacia,

el gusano por un hueco, el hombre por una parábola.
Vivía una muchachita en el piso vecino.
Habíamos estudiado y pasado juntos los exámenes.
¿Hacia dónde partí yo?

                    ¡Y el diablo me llevó,

entre las pesadas y equívocas estrellas de Tbilisi
!

Perdóname esta parábola idiota.

Un garfio glacial en una entrada sombría…

¡Oh, cómo crujías en el universo oscuro,

ligera y recta como la flecha de una antena!


¡Y yo vuelo y vuelo,

               buscando posarme en tierra-

sobre tus señales heladas.

Qué difícil nos resulta esta parábola…!


           ¡Barriendo reglas, pronósticos, parágrafos,
el arte, el amor
y la historia toman vuelo
por una pista parabólica!
Los chanclos se oscurecen en la primavera siberiana.
. . . . . . . . . . . . .
¿Y acaso, después de todo, la línea recta es más corta?

 


Araguas, Vicente


Poema
Baixas agora pola corazón
do drama: no espello retrovisor
as lágrimas (con que apagar o lume)
os rostros (da derrota)
as luces (dos derradeiros embarques
para nunca a Citerea).
Porque neste intre os flashes dos fotógrafos
iluminan unha chea
de zapatos en pirámide, lazos
con que cubrir tantos anos baldeiros.
E na ambulancia viaxan
os restos do naufraxio
nun derradeiro esforzo, tartarugas
domésticas, lentas e non obstante seguras.
De Río Matinal (2000)

 
Aresti, Gabriel

Nire aitaren etxea


defendituko dut. 
Otsoen kontra,
sikatearen kontra,
justiziaren kontra,
defenditu
eginen dut
nire aitaren etxea.
Galduko ditut
aziendak,
soloak, pinudiak;
galduko ditut
korrituak,
errenteak,
interesak,
baina nire aitaren etxea defendituko dut. (...)
Defenderé
la casa de mi padre
Contra los lobos,
contra la sequía,
contra la usura,
contra la justicia,
defenderé
la casa
de mi padre.
Perderé
los ganados,
los huertos,
los pinares;
perderé
los intereses,
las rentas,
los dividendos,
pero defenderé la casa de mi padre. (...)

 

Aute, Luis Eduardo


Cálculo
"Sólo dos
palabras y sobran cuatro
cinco
seis


nueve".


Comentario al poema Cálculo.-
Cuando leemos el número 4, son seis las palabras recorridas y, en consecuencia sobran cuatro para quien sólo pretendía decir "dos palabras". Al avanzar: cinco, seis .. Continúa creciendo y simultáneamente designando al número de palabras "que sobran". Hay dos huecos después para unos ausentes "siete" y "ocho" previos al "nueve" final, cifra que de esta forma continúa la serie creciente de palabras "superfluas" y es a su vez la suma total de las que intervienen en el ejercicio poético. (Emilio P Gómez)

 
Baskhara


Un quinto de un enjambre de abejas
se posa sobre una flor de kadamba;
un tercio, sobre una flor de silindha.
Tres veces la diferencia entre los dos números voló a las flores de un kutuja,
y quedó una sola abeja que se alzó por el aire,
igualmente atraída por el grato perfume de un jazmín y un pandamus.
Dime tú ahora, mujer fascinante,
¿cuál era el número de abejas?
 

 
Blanco,Alberto


Teoría de la luz
La paradoja de nuestro pensamiento
consiste en que -al igual que la luz exhibe una doble naturaleza:  
Por un lado, es como un tren de ondas
y, por el otro, como un río de partículas.  
Así, nuestro pensamiento contiene en sí mismo
dos posibilidades paradójicas infinitas:  
Crecer hasta ocupar todo el espacio
y llegar -como las ondas de un estanque-
a cubrir la inmensidad de la mente;
O reducirse hasta ocupar el espacio mínimo
como un arduo foco reconcentrado
en su naturaleza particular.  
La brillantez de esta micra imposible es 10 que vemos;  
La claridad de este inmenso espacio vacío es donde vemos;  
Pero la verdadera paradoja somos nosotros: los que vemos
 
Blanco Amor, E


Vrau
O sol todas as mañás
seus 40º torxa,
e reconta o paspallás
sete moedas na súa gorxa.
Bailan con fidalgo empaque
palleiros de miriñaque.
Poemas galegos.

 
Canzón de berce.
(...)
Heiche dar, meu meniño, unha nube branca
que para ti teño gardada na arca.
Si me durmes pronto tamén che darei
os catro cabalos dos fillos do rei,
as sete estreliñas do carro dos celos
e as lúas noviñas que gardo nos seios,
un galo que baila e un año que canta,
un arbre de zucre e un anxo de prata,
un mar pequerrecho que teño escondido
con cen mariñeiros de branco vestidos...
(...)

Canción de cuna
(...)
Te daré, mi niño, una nube blanca
que para ti tengo guardada en el arca
Si duermes pronto también te daré
los cuatro caballos de los hijos del rey,
las siete estrellitas ...
 
 
 
Becquer, G. A.
Rimas IV (...)
Mientras la humana ciencia no descubra
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
(...)