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CARTA A BEA

Mi querida  Bea,

Hace ya un año que no andas por aquí, iluminándolo  todo,  por eso quiero “ponerte al día” de que cómo va la vida.

Pasaron muchas cosas desde que te fuiste y, de hecho, pensé muchas veces: “Ah, esto se lo cuento a Bea…” Pero ahora me doy cuenta de que lo acontecido  es tan intrascendente que sólo resiste la belleza. La belleza de las sonrisas que tú conoces y que, a pesar de todo, “viven” la enfermedad, la belleza de los niños que han nacido, la de las madres orgullosas, la de las certezas de que la existencia no existe por existir, sino para disfrutarla. La belleza del día a día, de poder disfrutar de la lluvia y el sol,de los pequeños triunfos, de la buena gente; porque sí, hay muy buena gente, desperdigada por todos los sitios, que aún me sigue enseñando…

Te sigo echando mucho de menos, pero la melancolía, casi diaria, tiene una duración tan corta que me da la impresión de que eres tú, que te estás riendo de mí. ¡Eso me fastidia y me consuela!. Desde donde estés, te debemos parecer tan pequeñitos e irreversibles que tu paciencia se convirtió en humor. Recuerdo que siempre me decías, ante mis comentarios viscerales: “Eres moito”. Ahora lo entiendo: muy atenta a excesivas filosofías, rozando la frivolidad, inmersa en conclusiones irreflexivas…en fin, despistada  a lo que de verdad importaba y estaba ahí, ante mi anosmia (seguro que estás pensando: ”Ya me extrañaba que ésta no saliera con una de sus frikadas”, todo para aludir a la falta de olfato…)

A pesar de que debes saber ya muchas cosas y estarás entretenidísima con la capacidad de complicación del ser humano, no me cabe duda de que te acuerdas de nosotros. Los que te echamos muchísimo de menos. ¡Nos faltas mucho! ¡Hasta las hojas del espolón ¡no huelen!. Pero te imagino fuerte, con esa alegría, ese  espíritu lleno de vida que, estoy segura ,nos protege a todos.

Recuerdo un día, de entre los pocos, ¡eso si!,  que tuvimos un episodio de llanto incipiente, casi dijimos a la vez , percatándonos de nuestra revocable angustia: “Ánimo, cuenta conmigo”.

¡Sigo diciéndote  lo mismo! Y si consigues convencer al encargado dile que te deje venir un poquito, un segundito para poder volver a oler las hojas del espolón.

https://www.youtube.com/watch?v=lt-NQLv7cT4&list=RDlt-NQLv7cT4#t=17

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                 Ana  Rivas  

 

 

 

 

 

 

 

 

   



story | by Dr. Radut