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CURIOSIDADES ETIMOLÓGICAS

CERNO

La subsistencia de las civilizaciones antiguas estaba basada en la agricultura; por eso no es extraño que el mundo de las labores del campo haya proporcionado a nuestro idioma raíces lingüísticas muy ricas en contenido y en palabras. Hay instrumentos de labranza que se usaban en alguna de las labores agrícolas y que luego pasaron al lenguaje de la vida cotidiana. El cribrum, por ejemplo, es la criba, cedazo o tamiz, ese cuero ordenadamente agujereado y sujeto a un aro de madera que sirve para cribar, para separar granos más gruesos de otros más gruesos de otros más finos, la harina del salvado, etc. Cerner es pasar algo por la criba o cernedor, dejando caer lo más fino y conservando sobre el cedazo lo más grueso.

Del mundo puramente material el concepto pasó más tarde al del pensamiento, y así tenemos discernir, que es propiamente separar los granos, pero también distinguir unas ideas de otras. Cuando se nos proponen varias posibilidades en la vida debemos hacer discernimiento, pasarlas por el tamiz de la razón para ver cuál es la más conveniente. Tener algo en ciernes es estar a punto de valorarlo. Y del verbo compuesto decerno, “decidir”, “zanjar”, conservamos en la vida política y jurídica montones de decretos y la propia acción de decretar un asunto. Del acto de discernir un tema tenemos a su vez lo discreto y su contrario, lo indiscreto. Sólo con el tiempo pasó ese término a significar a aquella persona que dice o descubre cosas que no tienen por qué saberse. La separación es una discriminación, algo que la sensibilidad de nuestros días intenta evitar para que nadie se sienta discriminado en el mundo por razón de su raza, sexo, religión, etc.

La observación de la naturaleza, especialmente de las aves, dio con una que se cierne en el aire cuando busca a su presa con el movimiento balanceante de un cedazo, denominada por ello cernícalo. A partir de ahí “cerner” pasó a significar también el movimiento que hacen las aves para atacar a su presa, similar al que se efectúa con el cedazo. De ahí se extendió a cualquier ser que se mueve de esa forma; por ello nos dice la Biblia que “en presencia de Yavéh los serafines tenían seis alas, con dos se cubrían el rostro, con otras dos se cubrían los pies, y con otras dos se cernían” (Isaías 6,2). Así es precisamente como los vemos en las pinturas de los beatos y de los frontales románicos.

De esta raíz tenemos concernir, derivada del sentido latino que el verbo adquiere como “mirar”. Lo que cae, lo que se separa del cuerpo es el excremento (<excernere , “separar cribando”), expulsado por el aparato excretor, o secretor, porque segrega. Las arañas, por su parte, tienen un cribelo en el abdomen, órgano que segrega un hilo de seda por estar provisto de glándulas adecuadas para ello.

Crimen. Esta palabra –aparentemente ajena a este campo semántico- ha tenido un largo recorrido hasta llegar al sentido actual. Significó en un principio “lo que sirve para decidir”, “decisión”, y pasando por la lengua del derecho de ser una decisión judicial a “objeto sobre el que debe tomarse una decisión, inculpación” se llegó a “falsa acusación, calumnia”, y de ahí terminó designando finalmente el propio crimen, confundiéndose ya en latín con scelus, palabra que no ha dejado huellas en nuestra lengua.

Hay temas que no deben ser públicos, su información debe separarse de los oídos de la gente en general, deben ser secretos. En su día surgieron los secretarios, los hombres de confianza que guardan los secretos.

En la Edad Media se pusieron de moda los acertijos, algo parecido a los enigmas que la Esfinge proponía a quienes pasaban camino de Tebas, y que sólo Edipo supo acertar. Edipo, que poco antes había vencido en un certamen, (“lucha o disputa para decidir quién es el mejor”) en Corinto y que se había puesto camino de Delfos para conocer su futuro ante la incertidumbre de quiénes eran verdaderamente sus padres.

 



story | by Dr. Radut