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CURIOSIDADES ETIMOLÓGICAS

CAPIO

Para poder subsistir, el hombre primitivo debió hacer dos accione primordiales, la de recolectar frutos y la de cazar animales. Esta segunda, ampliada semánticamente a la de “hacerse con algo que no es mío, que está fuera de mí, de mi alcance, de mis sentidos” es, la que recoge el verbo latino capio, cepi, captum. Y a partir del primer sentido, que reúne los significados de “coger, tomar, apoderarse de, conquistar”, surge todo un río de palabras en nuestra lengua.

Procedente del latín capere tenemos caber; aún decimos en nuestro lenguaje cotidiano: “ese bolso no cabe en el maletero”, lógico si no es suficientemente capaz; por eso los coches los hacen cada vez  con más capacidad. Por otro lado el cupo es la parte proporcional que corresponde a un pueblo o a un particular en un impuesto”. La fruta se recoge en capazos o capachos de esparto.

Podemos tomar a alguien por la fuerza, es decir, capturarlo. Y quien es así tomado es cautivo, tanto si lo es una cárcel como de amor, como proclamaban nuestros romances medievales. El comportamiento del prisionero no siempre es modélico y, por ello, la palabra correspondiente en italiano, cattivo, significa “malvado”. Hoy día ha surgido otro tipo de cautiverio, en el que se ven inmersos los trabajadores explotados, sin horarios, sin vacaciones…Ese tipo de empleos no debiera de tener cabida en nuestra sociedad.

Cazamos (captiare) animales. Otras veces lo que pretendemos realmente es “tratar de percibir por los sentidos”, captar, que puede ser por el gusto, asimilar un sabor, es decir, catar, llegando a haber concursos de cata de vinos, de miel, et. Para ello se pedirá dictamen a un experto catador, que será catavinos y deberá hacer uso en su trabajo de un catalicores, pipeta larga para extraer el líquido del receptáculo. El catador, en sus concursos, va catando numerosas muestras, por lo que tenemos en el lenguaje coloquial catacaldos y catasalsas, como sinónimos de “persona inconstante, que emprende muchas cosas y no persevera ninguna”.

En el lenguaje marinero existe cataviento, “hilo con unas rodajas de corcho ensartadas que sirve para indicar la dirección del viento”; y desde la Edad media se ha utilizado el catalejo, anteojo para mirar a larga distancia. Una persona capciosa es aquella que quiere cazarnos con sus ardides, con sus engaños.

En la cacería, entre la jauría de perros cazadores distinguimos aquellos que levantan la pieza y los cobradores, especializados en el cobro y captura de la pieza y su posterior entrega al cazador sin hacerle ningún daño. Si la pieza se pierde, es necesario recuperarla o recobrarla.

Cuando algo  es difícil de cobrar, se recurre al cobrador del frac, que no es bien recibido, ya que su labor es recaudar lo que suele estar a buen recaudo.

Las regatas proceden del término italiano regata, y en Venecia regatare (recaptare) significaba “rivalizar”, que era la razón de la competición. De la misma raíz procede la palabra anglosajona, el catch (to catch, atrapar < captare), especie de lucha libre y espectáculo de masas. En el fútbol, por su parte, valoramos a los jugadores que son maestros del regate, “movimiento con que un jugador evita que otro le quite el balón”, a partir de recaptare, que significa “encubrir”, por lo que el recato es sinónimo de “modestia, pudor”. Hacer algo sin recatarse es sinónimo de “abiertamente”.

Hoy en día están ocupados por ocupas (okupas) inmuebles, lo cual preocupa al propietario por no percibir ningún beneficio. Por ello, los dueños de la vivienda suelen pedir un anticipo a sus inquilinos que, a veces, desacatando las normas se sienten como príncipes (primus caps, “que toma el primer puesto”).

Se habló hasta hace poco de rescate, que pudiera ser evitable si se hubieran anticipado determinadas medidas. Muchas veces todo parece decepcionante.

El término regazo proviene también de capio, ya que regazar (<recaptare, “recoger”) es “recoger la falda por delante formando el regazo”.



story | by Dr. Radut