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GRAECIA DIXIT

 

La manzana de la discordia

Con ocasión de las bodas de Tetis y Peleo, una diosa y un mortal, futuros padres de Aquiles, fueron convidados todos los dioses, entre ellos las diosas Hera, Afrodita y Atenea, esposa, hermana e hija, respectivamente, de Zeus, el padre de los dioses; pero Eris, la diosa Discordia, ofendida por no haber sido invitada, arrojó como venganza entre los asistentes, una manzana con la siguiente inscripción: “Que la tome la más hermosa![1]. Al estallar la disputa entre las tres y no poderse de acuerdo en la elección los invitados, Zeus, para salvar su imparcialidad, dado su parentesco con las tres diosas, decidió que Paris, hijo de Príamo, el rey de Troya, resolviera el litigio[2] (conocido como “el juicio de Paris”), decisión que le fue transmitida por Hermes, el mensajero de los dioses.

Las tres diosas, tratando de captarse la voluntad del muchacho, le hacen sendas promesas: Hera le ofrece el imperio sobre Asia; Atenea, la supremacía en la guerra y Afrodita, el amor de Helena, la mujer más hermosa del mundo. Pero ésta estaba ya casada  con Menelao, rey de Esparta. Aún así Paris elige a Afrodita, la tentadora diosa del amor. Estando hospedado el príncipe troyano en el palacio de Menelao y aprovechando una ausencia repentina del mismo, traiciona su confianza, seduce a helena y se la lleva a su palacio de Troya. En seguida, y a instancias del rey ultrajado, se produce la movilización general de todos los aqueos en pos del rescate de la bella Helena. Este ejército pone cerco a la ciudad por espacio de diez años.

El tema de “El juicio de Paris” llegó a conocimiento de nuestros juglares, dando lugar al consiguiente romance, pero con el novedoso episodio de que el pastor del ida exige  las diosas que se desnuden: la elección dependerá de los encantos anatómicos de la más bella. De resultas del fallo, Hera y Atenea, despechadas, castigarán a Paris con la guerra y destrucción de Troya.

 

Toda esta mítica historia se sintetiza en nuestro DRAE como “aquello que es ocasión de discrepancia en los ánimos y en las opiniones”. [3]

 

 





[1] Esta versión de Luciano, prosista griego del siglo II d.C., es la única que se refiere a esta anécdota, frente al silencio de poetas anteriores.



[2] Un auténtico concurso de belleza: consta que desde muy antiguo se celebraban certámenes de este tipo en distintos puntos de la Hélade



[3] Vid. Homero, Ilíada XXIV. 28 -30 y Luciano, Diálogo de los dioses 20.



story | by Dr. Radut