Skip to Content

Outubro 2016

O próximo 28 de outubro celebraremos o 150 aniversario do nacemento de Valle-Inclán, 150 outonos despois lemos a súa

Sonata de otoño
de
Ramón del Valle-Inclán

 

     Primeira entrega (1902) das Sonatas (Sonata de estío en 1903, Sonata de primavera en 1904 e Sonata de invierno en 1905). Estes fragmentos dunhas memorias ficticias do marqués de Bradomín constitúen un dos exemplos máis salientables da prosa modernista na literatura castelá. 
    As terras e paisaxes galegas son o marco dunha  relación madura e nostálxica entre o protagonista “feo, católico e sentimental” e Concha, un dos seus antigos amores, que vive os seus últimos días no pazo de Brandeso onde se coñeceran.

valle sonata otoño

(...) Yo recordaba vagamente el Palacio de Brandeso, donde había estado de niño con mi madre, y su antiguo jardín, y su laberinto que me asustaba y me atraía. Al cabo de los años, volvía llamado por aquella niña con quien había jugado tantas veces en el viejo jardín sin flores. El sol poniente dejaba un reflejo dorado entre el verde sombrío, casi negro, de los árboles venerables. Los cedros y los cipreses, que contaban la edad del Palacio. El jardín tenía una puerta de arco, y labrados en piedra, sobre la cornisa, cuatro escudos con las armas de cuatro linajes diferentes. ¡Los linajes del fundador, noble por todos sus abuelos! A la vista del Palacio, nuestras mulas fatigadas, trotaron alegremente hasta detenerse en la puerta llamando con el casco. Un aldeano vestido de estameña que esperaba en el umbral, vino presuroso a tenerme el estribo. Salté a tierra, entregándole las riendas de mi mula. Con el alma cubierta de recuerdos, penetré bajo la oscura avenida de castaños cubierta de hojas secas. En el fondo distinguí el Palacio con todas las ventanas cerradas y los cristales iluminados por el sol. De pronto vi una sombra blanca pasar por detrás de las vidrieras, la vi detenerse y llevarse las dos manos a la frente. Después la ventana del centro se abría con lentitud y la sombra blanca me saludaba agitando sus brazos de fantasma. Fué un momento no más. Las ramas de los castaños se cruzaban y dejé de verla...



page | by Dr. Radut