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Maio 2016

Esas nubes que pasan

de
Camilo José Cela

 

Historias que gardan unha certa unidade,  relatos de personaxes variados (Don Anselmo, Don Homobono, Catalinita, Marcelo Brito...) que habitan unha imaxinaria cidade da costa galega; unha maneira de ler un Cela non escatolóxico aproveitando o centenario do seu nacemento (Iria Flavia, 11 de maio de 1916)

 

   

Las nubes pasan sobre la ciudad, altivas -a veces- como orgullosos caballeros enamorados; grises y taciturnas -en ocasiones- como abrumados mendigos caminantes, como deudores que odiasen la luz de la mañana.
    La ciudad no es ni grande ni pequeña. Probablemente, hace muchos, muchísimos años que nada varía y sin embargo, los melancólicos, ¡ah, qué tiempos aquellos!, se cuelgan de las bocas de los hombres y de las mujeres que no conocieron tiempo mejor, pero que están empezando a creer -a fuerza de repetirselo- que cualquiera que haya pasado lo habrá sido.
    Mis amigos de la ciudad, vieja y marinera como un ventrudo patache, vienen ahora a mis páginas, un sí es no es melancólicos y meditativos, un entre casquivanos y grandilocuentes.
    Como las nubes, ya sabéis, ésas que pasan sobre la ciudad...

    (...) Cuando me echaron de Brasil diciéndome que si no salía en el primer barco que zarpase de Santos me metían en la cárcel, el Clair de la lune, sucio, caliente y resoplante como una criada negra, me descargó en Miami, en la dorada Miami.
En Norteamérica no conocía a nadie (mis primos los Coffin no cuentan, porque ya por entonces no querían ni saludarme); pero me consolaba pensando que, verdaderamente, mucho peor hubiera sido que el Clair de la lune hubiera hecho el viaje al África del Sur o a la Tierra del Fuego o a las islas Spitzberg. El consuelo depende de la voluntad.

    (...) La tierra está húmeda y el campo huele con el olor suave de después de la lluvia. Es la primavera. Los guisantes de olor han florecido ya, y ya la madreselva vuelve a colgarse otra vez de los caminos. Se nota como si la vida fuera más joven, ¡quién sabe!, como si todo se hubiera puesto de acuerdo para vivir aún con más alegría. Se levanta una piedra y allí nos encontramos al escarabajo, que brilla como si fuera de cobre...  

 
 


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