Volveremos a vernos donde siempre es de día y los feos son guapos y eternamente jóvenes, donde los poderosos no abusan de los débiles y cuelgan de los árboles juguetes y tebeos.
En ese hogar de luz que no hiere los ojos volveremos tú y yo a decirnos bobadas cogidos de la mano, viendo morir las olas sin agobios ni prisas, donde el sol no se pone.
Y viviré en tus labios el amor que la Tierra sintiera por el Cielo cuando el mundo era un niño, y el tiempo dejará de salmodiar la lúgubre canción de despedida mientras nos abrazamos.
Luis Alberto de Cuenca in El hacha y la rosa (1993)