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Xaneiro 19

Mi hermano persigue dinosaurios
de
Giacomo Mazzariol

    Unha historia tenra e conmovedora que subliña o marabilloso da diversidade. Mediante un tratamento profundo, agarimoso e persoal dun tema de interese social como é a síndrome de Down, o autor comparte co lector a importancia de valorar ás persoas polo que son e non polo seu número de cromosomas. Giovanni, o protagonista é un torrente de alegría, diversión e ganas de vivir que merece a pena coñecer.
   
    (...) De noche, en los sueños, tanto los que tenía con los ojos abiertos como los que tenía con los ojos cerrados, me imaginaba a mi hermano metido en un paquete: papel de regalo, lazo, etcétera. Estaba sentado en el sofá y lo tenía en mis rodillas. Ese es el mejor momento: cuando tienes el paquete entre las manos y aún no lo has abierto. En ese instante todo es posible. Una vez que lo abres, bueno, el contenido es el que es: si te gusta, vale, si no, qué le vas a hacer. Pero cuando tienes el paquete entre las manos, y lo tocas, y lo sopesas, y tratas de averiguar qué contiene (y no lo sabes), pues eso: ¡qué maravilla! A veces te da por pensar que casi es preferible no abrir los paquetes. Que es mejor imaginarte lo que contienen.
    Pero  las cosas no son así.
   Además, en el fondo, hay toda una alegría especial que se deriva justo de eso: de abrirlo y de exponerse al misterio.
    De día miraba el barrigón de mi  madre y pensaba que dentro estaba él, Gio. Pensaba que así lo llamaría el resto de mi vida, durante las peleas y las conspiraciones, para que fuera a la mesa y cuando necesitara su ayuda. “¡Hey, Joe!”, lo llamarían todos, como en la canció de Jimi Hendrix. Y estaba serguro de que todos lo llamarían mucho, porque sería de esos que te gusta tener cerca. Tocaba el barrigón de mi madre y lo olía y acercaba los ojos hasta ver bien la trama de la piel tensa; pegaba la oreja para oir las patadas que daba.
    Mientras, el mundo que me rodeaba -que nos rodeaba- estaba cambiando. Una casa nueva, un coche nuevo y hasta un trabajo nuevo para mi padre. Giovanni nos traía un océano de novedades. Era una chispa, una chispa por la que nos íbamos a dejar incendiar.



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