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MUERE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

 

El jueves santo, 17 de abril de 2014, ha muerto Gabriel García Márquez en México DF. Había nacido en Aracataca, un pueblecito colombiano, el 6 de marzo de 1927 y había recibido, en 1982, el Premio Nobel de Literatura.

En 1947 publicó el que sería su primer cuento, La tercera resignación, y después le siguieron obras como La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba, Relato de un náufrago, El otoño del patriarca, Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera, El general en su laberinto...

Si embargo, sin duda, su gran obra, y una de las mejores de la literatura universal,  es Cien años de soledad. Una vez explicó que había intentado escribir la obra varias veces pero que no entendió cómo podía darle aliento a Macondo hasta recordar el tono humilde y tranquilo de la voz de su abuela, un eco caribeño de Scheherezade. Lo cierto es que consiguió crear un mundo a donde traslada al lector desde las primeras líneas de la novela, igual que en muchas otras. Esas primeras líneas que nos arrastran como una gigantesca ola, que nos enamoran con una pasión incontrolable que no nos permite dejar de leer hasta que no queda más, hasta que se agota:" Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas..."

Tal como recuerda David Torres en su artículo Lágrimas por una muerte anunciada: "Durante sus años de periodista, que fueron muchos y fructíferos, aprendió la obsesión por el detalle, las minuciosas jerarquías, la fidelidad al propio oído, todos los trucos de la chistera de narrador a los que él juntó una interminable capacidad de asombro". De ahí, también, su capacidad para contar grandes y profundas historias con una prosa que llega a todo el mundo. Un genio de la palabra, un genio del Realismo mágico, del que seguiremos disfrutando eternamente con solo abrir uno de sus grandes libros.



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