La adecuación

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Para que un texto sea adecuado se deben tener en cuenta todas las circunstancias de la situación comunicativa, es decir, el contexto en que se produce. Por ello, la primera distinción que debemos plantearnos es si nuestro texto se trata de un discurso hablado o escrito.

En ambos casos es muy importante que el texto esté organizado de forma clara y coherente, pero, si se trata de un texto escrito has de tener más cuidado, eláboralo con más precisión en las palabras, sin repetirte continuamente y buscando la claridad –porque no estamos en una conversación en la que nos puedan preguntar qué hemos querido decir. También hay que ajustarse más a las reglas de la gramática y la ortografía.

Al escribir, nos piden una determinada presentación: que las líneas no se tuerzan, que la letra sea adecuadamente legible, que haya unos márgenes, etc. Si está escrito con un procesador de textos, junto con lo anterior, hay que tener en cuenta la tipografía: fuentes de letras y tamaño, uso de la cursiva, etc. Al hablar, es muy importante respetar los turnos de palabra y la colaboración con nuestros interlocutores para que la comunicación sea eficaz, sin desviarnos de un uso correcto de la lengua, como en la escritura.

Asimismo, es necesario que consideremos el contexto comunicativo que estamos empleando: no es lo mismo escribir un mensaje en el móvil que escribir una carta a un amigo, o preparar una tarea escrita para clase.

Otra de las distinciones que hay que hacer está en función de a quién estamos hablando o escribiendo, es decir, quién es el destinatario o receptor de nuestro texto: no es lo mismo hablar a un niño pequeño; a nuestros padres; a nuestros amigos; a un profesor. Al hablar o escribir hay que tenerlo en cuenta, para elegir las palabras que vamos a emplear y la forma de tratamiento que vamos a emplear. Hay distintas formas del uso social de la lengua, llamadas “registros”: formal e informal, que hay que conocer para saber cómo expresarnos en cada caso.

También, en relación con el destinatario, es necesario tener en cuenta lo que sabe, o no, del tema del que estamos hablando (o escribiendo): un libro de texto de Biología, destinado a alumnos de Primaria, o de ESO, será menos complejo que un libro del mismo tipo destinado a alumnos de Bachillerato o de Universidad, pues se supone que estos últimos ya saben algo más del tema. En un caso se emplearán palabras y ejemplos más sencillos; en el otro, más complicados, con fórmulas químicas, etc.

En el caso de que quieras contarle a alguien tus aficiones (por ejemplo: el wind surfing, el baile, la música, etc.) también tienes que tener en cuenta lo que esa persona sabe del tema, y si no sabe nada, o muy poco, explicar al principio cosas básicas.

Hay que tener en cuenta, finalmente, el propósito o la intención comunicativa de nuestro texto: ¿qué queremos? Las posibilidades son varias: informar, preguntar, demostrar, comprobar, pedir, sugerir,… Nuestro texto es adecuado si se corresponde con lo que pretendemos, y si el destinatario comprende qué es lo que queremos decir.

ADECUACIÓN

Textos orales y escritos
RASGOS FORMALES REGISTRO FINALIDAD
  • Tipografía (tipo de letra, negrita, cursiva,…)
  • Ortografía
  • Disposición (márgenes, espaciados, columnas,…)
  • Imágenes y signos especiales (de numeración, emoticonos, etc.)
  • Turnos de palabra (colaboración entre emisor y receptor).
  • Relación entre emisor y receptor (jefe-empleado, profesor-alumno, padres-hijos)
  • Circunstancias en que se produce la comunicación: formal e informal.
  • Conocimientos
  • Proximidad (cercanía o distancia emocional).
  • Canal (hablado, escrito, en un SMS, en un foro de internet, etc.)
Intención comunicativa:
  • Informar
  • Exponer
  • Declarar
  • Preguntar
  • Argumentar
  • Ordenar
  • Pedir

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