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Florence Nightingale

Florence Nightingale: la dama de la lámpara que salvó vidas con las matemáticas

BBC, 17 mayo 2015

Florence Nightingale fue mucho más que una dama con una lámpara. La leyenda de la santa enfermera a veces oculta la verdad: que su genio matemático fue lo que realmente salvó tantas vidas.
Su ambición la llevó al infernal mundo de la Guerra de Crimea y, como consecuencia, por un camino que terminó transformado la enfermería y los hospitales.
Acompáñanos en un rápido recorrido por su vida.

1820
Una niña dotada

Nació en la ciudad italiana de Florencia, y de ahí su nombre, pero creció en pintorescas casas de campo inglesas con su hermana mayor Parthenope.
La criaron al estilo de la clase media alta de la época, que incluía una extensiva educación impartida en casa por su padre, quien les enseñó a sus hijas los clásicos, filosofía y lenguas modernas.
Florence se destacaba en matemáticas y ciencia.
Su afición por registrar y organizar información se notó desde una edad temprana, cuando documentó su enorme colección de conchas del mar con listas y tablas diseñadas con mucha precisión.

"Le gustan las matemáticas... la absorben y trabaja duro en ellas"
Parthenope Nightingale hablando de los hábitos de estudio de su hermana en 1840

1837
Florence oye a Dios

Los Nightingales llevaron sus hijas a una gira por Europa, una costumbre de la época cuya función era educar y refinar a las mujeres del siglo XIX.
Pero en el caso de Florence, el viaje sirvió más bien para que se siguiera desarrollando su poco convencional personalidad, como demuestran sus escritos en su diario de viaje. Registraba detalles sobre las estadísticas de población, hospitales y otras instituciones de caridad.
A pesar de que su madre se oponía, recibió después más clases de matemáticas. Pero su principal rebelión estaba por venir.
En 1837 se convenció de que Dios la había "llamado" a su servicio…

"Dios me habló y me llamó a su servicio. La voz no dijo qué tipo de servicio era"
Florence NIghtingale

… Y cuando reveló lo que pensaba que era ese servicio, sus padres se horrorizaron

1844
Una propuesta

Florence era una joven atractiva, inteligente y rica. No había duda de que llegarían pretendientes, pero ella tenía sus propios planes.
Su familia esperaba que se casara con un hombre apropiado pero la idea de una vida doméstica a ella la dejaba fría.
Para 1844 ya había decidido que su vocación era la enfermería y les propuso a sus padres que se entrenaría en Salisbury. Ellos se negaron. Desde su punto de vista, la enfermería era un trabajo bajo e inmodesto que debían hacer los pobres o los sirvientes, por lo que era una ocupación completamente inadecuada para una mujer del estatus social de su hija.
Florence perseveró. En 1849, tras un largo período de cortejo, hasta rechazó una propuesta de matrimonio, convencida de que su destino no era casarse.

"No anticipo que los episodios de amor serán frecuentes en su vida"
Madre de Florence, en 1838

1853
El logro

Nada desviaba a Florence de su misión: quería ser enfermera, de manera que desafiando a sus padres, continuaba visitando hospitales en París, Roma y Londres.
En 1850 su padre finalmente se dio por vencido y le permitió entrenarse como enfermera en Alemania. A su hermana le quedó tan difícil aceptar que Florence era tan independiente que sufrió una crisis nerviosa en 1852. Eso la forzó a volver a cuidarla. Pero en agosto de 1853 finalmente logró lo que quería: fue nombrada superintendente en un hospital de mujeres en Harley Street, Londres.
Después de casi una década, colmó su ambición de convertirse en enfermera.

1854
El llamado de Crimea

Cada uno la pintaba como se la imaginaba.
La Guerra de Crimea estalló en 1853. Las historias que aparecían en los diarios eran de horror por las terribles condiciones de los hospitales del ejército británico.
Sidney Herbert, el secretario de Estado en Guerra, conocía muy bien a Florence. Por ello le encargó llevar a 38 enfermeras al hospital militar en Scutari, en Turquía.
Fue la primera vez que se les permitió a mujeres servir oficialmente en el ejército.
Cuando Florence llegó, el hospital de campaña estaba imposiblemente sucio, con el piso cubierto por una capa de heces.
Puso a sus enfermeras a limpiar el lugar y a asegurarse de que los soldados estuvieran alimentados y vestidos apropiadamente. Por primera vez, las tropas regulares fueron tratadas con decencia y respeto.

1855
Aumenta el número de muertos

Nada de lo que hacía mejoraba la situación.
Ni los mejores esfuerzos pudieron reducir el total de muertes, que aumentaba sin cesar y alcanzó 4.000 en un solo invierno.
Aunque Florence había logrado que el hospital fuera más eficiente, no era menos mortal.
En la primavera de 1855, el gobierno británico envió una comisión sanitaria para investigar las condiciones en Scutari. Descubrió que el hospital de militar estaba construido sobre una cloaca, por lo que los pacientes estaban tomando agua contaminada.
La solución fue limpiar los vertederos contaminantes y mejorar la ventilación en ese hospital y otros.
Y el resultado: menos muertos.

1855
La dama de la lámpara

Su labor la convirtió en una heroína.
Cuando un retrato de Florence llevando una lámpara y atendiendo pacientes apareció en los diarios, rápidamente se ganó un ejército de fans.

Su trabajo en Scutari para mejorar las condiciones de vida de los soldados en los hospitales fue aplaudido tanto por la prensa como por el público.
Su familia tuvo que lidiar con un mar de poemas que le enviaban a Florence –el equivalente victoriano de correo de fanáticos- y la imagen de la "dama de la lámpara" fue impresa en bolsos y souvenires.
Pero a Florence no le entusiasmaba la celebridad. Aunque al retornar a casa la recibieron como una heroína, mantuvo un bajo perfil viajando bajo el pseudónimo de Miss Smith.

1856
A trabajar

No fue sino hasta después de que procesó todo lo que había aprendido en Scutari que Florence usó su fama como una poderosa arma en su misión de salvar vidas.
Atormentada por la horrenda pérdida de vidas, Florence se reunió con una de sus más grandes fans: la reina Victoria. Con su respaldo, persuadió al gobierno de establecer una comisión para investigar la salud del ejército.
El reconocido estadístico William Farr y John Sutherland, de la comisión sanitaria, le ayudaron a analizar vastas cantidades de datos complejos, y la verdad que revelaron fue impactante: la causa de 16.000 de las 18.000 muertes no fueron heridas sufridas en batallas sino enfermedades prevenibles, cuyo contagio se debía a la falta de higiene.

1857
Florence revela la verdad

Un diagrama para demostrar que los hospitales -así como estaban- eran más mortales que la guerra.
Florence sabía que su talento para la estadística no sería suficiente para asegurar que el informe tuviera efecto. Había llegado el momento de probar sus habilidades para la comunicación.
En vez de presentar listas o tablas, representó los números de muertes en una manera para entonces revolucionaria.
Su "diagrama de la rosa" –un gráfico circular- mostraba la aguda caída en las fatalidades que se dio tras la labor de la comisión sanitaria: habían bajado 99% en un solo año.
El diagrama era tan fácil de entender que fue publicado en muchos lugares y el público comprendió cuál era la falla del ejército y cuán urgente era el cambio.
Gracias a la obra de Florence se establecieron nuevos departamentos –de medicina, ciencia sanitaria y estadística- en el ejército, para mejorar el cuidado de la salud.

"Debe transimitir a través de los ojos lo que no logramos comunicarle al público a través de sus oídos resistentes a las palabras"
Florence Nightingale hablando de su diagrama rosa

1859
Las campañas de Florence


Carta de Florence Nightingale
Nunca dejó de escribirle a quienes tenían poder de decisión para presionar por el cambio.
En 1859 publicó sus más famosos libros, "Notas sobre enfermería" y "Notas sobre hospitales", y el año siguiente se fundó una escuela de enfermería en su nombre.
Su trabajo durante las décadas siguientes ayudó a establecer a la enfermería como una carrera respetable para las mujeres y a mejorar los hospitales, para que se volvieran lugares limpios y espaciosos en los que los pacientes se pudieran recuperar.
Pero mientras hacía campaña, su propia salud se fue deteriorando.
Se cree que en Crimea contrajo brucelosis crónica, una infección que causa fiebre, depresión y dolor extremo. Frágil y aislada, lucho por mejorar los servicios sanitarios examinando datos estadísticos desde su lecho de enferma, realizando trabajos pioneros que se propagaron por el mundo.

1870
Salud para todos

A las enfermeras las empezaron a llamar "ruiseñores" pues el apellido de Florence significa "ruiseñor".

Florence estaba enferma pero era rica, de manera que podía pagar por medicina privada. Pero estaba consciente de que la mayoría de sus contemporáneos victorianos no podían darse ese lujo.
Los pobres sólo podían cuidarse entre ellos. Su libro "Notas sobre enfermería" intentaba educar a la gente sobre la manera de atender a los familiares y vecinos enfermos, pero ella quería hacer más por los menos pudientes de la sociedad.
Envió enfermeras entrenadas a las casas de trabajo para ayudar a darle tratamiento a los necesitados.
Ese intento por hacer que el cuidado médico estuviera al alcance de todos, sin importar clase o sueldo, sirvió como precursor para el Servicio Nacional de Salud, del que hasta hoy en día se vanagloria Reino Unido, el cual fue fundado 40 años después de su muerte.
Para la década de 1880, el conocimiento científico había avanzado de manera que respaldaba aún más las ideas reformistas de Florence.
Como muchos practicantes de la medicina, para ese entonces ella también aceptaba la teoría de los gérmenes o teoría microbiana de la enfermedad.

1910
Muerte de Florence

Su legado es extraordinario, no sólo por su trabajo pionero en enfermería y estadística, sino por inspirar al fundador de la Cruz Roja y autor de las propuestas para la Convención de Ginebra, y al movimiento feminista.
Antes de que muriera, a los 90 años, Florence fue la primera mujer en recibir la Orden de Mérito de Reino Unido, una recompensa por servicios extraordinarios en el ámbito del ejército, la ciencia, el arte o la literatura.
La niña terca con una bien documentada colección de conchas había logrado más de lo imaginado en un campo que había sido considerado inapropiado para las mujeres de su clase.
A pesar de haber sido a menudo una voz femenina solitaria en la sociedad victoriana, gracias a su talento para la comunicación y sus dotes matemáticas ayudó a revolucionar los cuidados sanitarios castrenses y civiles y salvó a miles de una muerte macabra.

Unha mente maravillosa

La Voz de Galicia. 12 de abril de 2015

   John Nash é un matemático norteamericano de 86 anos que gañou o Premio Nobel de Economía en 1994. Fíxose moi popular por mor da película Unha mente marabillosa, protagonizada por Russell Crowe e gañadora de varios Óscar. Nela narrábase a súa vida, marcada pola esquizofrenia paranoide que se lle diagnosticou aos 30 anos e á que fixo fronte axudado pola súa gran capacidade lóxica. O traballo que lle deu o Nobel foi a súa tese doutoral, no eido da chamada teoría de xogos, que só ocupaba 27 páxinas (con mestura de parágrafos mecanografados con outros escritos a man) e tiña só 2 referencias bibliográficas. Foi un avance moi importante, de grande utilidade para os procesos de negociación, pero non ocupou o groso da súa traxectoria investigadora; mesmo el me comentaba un día (durante a semana que pasou en Galicia no 2007) que nesa tese sobraban varias das 27 páxinas. Cal foi entón o traballo que máis ocupou a súa mente? O que fixo no eido da xeometría e no das chamadas ecuacións en derivadas parciais. No ano 1958, pouco antes da súa crise esquizofrénica, contaba con ser recoñecido polos seus logros neses aspectos de matemática dura, pero non foi así. Esa incomprensión foi frustrante para el. Agora, no ano 2015, acaba de facerse xustiza histórica con esa parte agochada do seu talento, ao concedérselle por ela o Premio Abel, algo así coma o Nobel da matemática. Comparte o premio co seu colega dos anos 50 Louis Nirenberg, que é quen mellor definiu a Nash: «Pensa sobre as cousas dun xeito diferente ao resto da xente».

Los ojos de Víktor Korchnói

Arturo Pérez Reverte

XLSemanal - 22/3/2015

     Hotel Savoy, en Zúrich. Se juega durante algunos días el torneo de ajedrez patrocinado por el millonario ruso Óleg Skvórtsov y protagonizado por algunos de los jugadores más importantes del mundo. Durante cada jornada, hora tras hora, todo transcurre en el silencio adecuado, sólo roto por el chasquido de los relojes después de cada jugada o el suave golpear de las piezas en los escaques. Suena un breve aplauso, como mucho, al final de alguna partida. Están aquí Anand, Aronián, Krámnik, Karjakin... Algunos de los grandes maestros. La élite perfecta, o casi. Para quienes, pese a ser jugadores mediocres como yo, hace tiempo sustituimos a Dios por el ajedrez -encontrando en éste más lógica y consuelo que en una plegaria, un altar o un confesonario-, ver a esos ajedrecistas en acción, inclinados sobre sus tableros, es como asistir a misa en una iglesia tranquila: algo que serena mucho el espíritu.

  Esta mañana, además, es diferente. Como acontecimiento excepcional y casi histórico, Víktor Korchnói, que tiene ochenta y cuatro años, juega una partida amistosa contra el alemán Uhlmann. Ayer tuve ocasión de estudiar muy de cerca al viejo Korchnói, a su lado entre el público, observándolo mientras él miraba a los que jugaban. En una silla de ruedas desde que sufrió su segundo ictus, muy sordo, en estado casi vegetal, asistido en casi todo por Petra, su mujer, el veterano luchador -nariz larga, grandes orejas, pelo escaso, ojos vivos y atentos a los jugadores- no perdía detalle de cuanto ocurría en los paneles electrónicos que mostraban las posiciones de las piezas. Inmóvil, apoyadas las manos en las rodillas como si jugara, inclinado hacia adelante igual que ante un tablero, el legendario ajedrecista mostraba una concentración casi inhumana en las tres partidas que ante él se desarrollaban simultáneamente. «Sigue jugando en su cabeza -me susurró Leontxo García, que estaba a mi lado-. Es lo único que todavía puede hacer».

     Podía hacer algo más, y lo comprobamos esta misma mañana, hace un rato, cuando pusieron su silla de ruedas ante un tablero cuyo otro lado ocupaba Wolfgang Uhlmann. El anciano Korchnói parecía ajeno a todo, ausente de allí, mirándonos aturdido mientras le hacían fotos, y cuando pronunció unas pocas palabras lo hizo dirigiéndolas a su mujer, malhumorado, en ruso y en voz muy alta, como suelen hacer los que tienen dificultad para oír. Quería cambiarse de posición con su adversario. Algunos sonreímos, reconociendo al Víktor Korchnói peleón y broncas, al personaje formidable que se batió con Kárpov en Baguio, Filipinas, en 1978. El que fue leyenda viva hasta el punto de inspirar los personajes de los dos ajedrecistas de La diagonal du fou; que es quizás, junto con En busca de Bobby Fischer, una de las mejores películas de ajedrez que se han rodado nunca, del mismo modo que La partida de ajedrez de Stephan Zweig es la mejor novela de ajedrez de todos los tiempos.

     Entonces Korchnói empezó a jugar, y el milagro se produjo. Aquel anciano inválido y ausente clava ahora sus ojos en el tablero; y, sin mirar ni una sola vez a su adversario excepto a través de las piezas, aquellos ojos que vieron cadáveres en las calles de Leningrado, los del disidente cuya mujer fue deportada a Siberia y su hijo metido en la cárcel, los del hombre que fue perseguido por el KGB hasta el punto de considerar su asesinato, los del bravo que se batió ferozmente, sin más armas que su cerebro y sus agallas, contra los campeones respaldados por la poderosa Unión Soviética, consiguen, una tras otra, dos partidas memorables. Sin apartar la mirada de las piezas, Korchnói se detiene a veces largo rato, tamborileando pensativo con los dedos, o se inclina mucho sobre el tablero para ver más de cerca algo que quienes llenamos el salón somos incapaces de ver. Incluso en dos ocasiones se cubre un ojo con una mano, como si aquél le estorbara, o traicionase. Luego, fiel a su viejo estilo asesino, se come cuantas piezas le pone Uhlmann a tiro en las jugadas finales. Así consigue, a sus ochenta y cuatro años, con dos ictus y una parálisis parcial encima, una derrota con negras y una victoria con blancas. De vez en cuando se vuelve un poco para mirar el reloj; y está claro que, aunque sus facultades están reducidas al mínimo, miles de partidas, millones de movimientos registrados en su memoria, siguen jugando por él de forma independiente, casi automática. Y al comprenderlo, Leontxo y yo nos miramos admirados, pensando lo mismo: el último rincón que se apague en su cerebro será el del ajedrez.     

Equipos con 20 miembros líderes en simulación numérica o lingüística

El grupo de Ingeniería Matemática de la Universidade de Santiago (USC), que dirige el profesor Alfredo Bermúdez de Castro, trabaja con equipos de investigación de Francia, Chile, Noruega, Italia, Bélgica o USA. Mat+i, es uno de los que reciben financiación por ser punteros en su área. Fue pionero en el país en el ámbito del análisis numérico de las ecuaciones en derivadas parciales desde los años setenta. Después comenzó su actividad en las aplicaciones de las matemáticas a la industria, campo en el que trabaja desde mediados de los 80

"Nuestra misión fundamental es la transferencia del conocimiento matemático a la empresa para mejorar la calidad de sus productos y servicios. En la actualidad se trabaja en proyectos de I+D propuestos por empresas como Ferroatlántica, Reganosa,Repsol, GKN, Vasco Gallega, Elinsa o Magallanes, entre otras", explica Bermúdez de Castro. Las áreas de trabajo para soluciones empresariales en las que se centra Mat+i son, desde energía, hasta materiales, medio ambiente o transporte.

Otro de los equipos que suele estar presente en las convocatorias de la Xunta empezó su andadura 2001, a raíz de las ideas y la unión de profesores de materias de lengua y lingüística del Departamento de Filología Gallega de la USC, ligados al Instituto da Lingua Galega, institución que se formó en 1971 y que en 2011 recibió la Medalla de Oro de Galicia

Son una veintena de investigadores y reciben financiación como grupo de referencia desde el principio (2006). La red de trabajo del grupo de gallego es extensa, desde Portugal, Italia o Francia hasta universidades y centros de estudios lingüísticos de Brasil. Trabaja en varios proyectos, algunos de ellos vinculados a aplicaciones electrónicas y computación, en el campo del diseño y desarrollo de herramientas y aplicaciones tecnológicas.

Día de π (aproximado, claro)

14/03/2014 08:45
Europe/Madrid

Recordamos que π es la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro, en geometría euclidiana. Es un número irracional y una de las constantes matemáticas más importantes.

Y el año que viene.....

El enigma de "Enigma": cuando las matemáticas ganaron la guerra

Diario ABC. Miguel Ángel Delgado / madrid 01/02/2013

 

Una biografía de Alan Turing arroja nuevos datos sobre la historia del desciframiento de la máquina

Un monumento en Londres rinde homenaje a los héroes de la Batalla de Inglaterra. En él figuran aviadores, soldados, el pueblo bombardeado, las mujeres en las fábricas... Al pie se recoge la frase de Churchill, «nunca en la historia del conflicto humano, tantos debieron tanto a tan pocos». Pero hay una grave carencia, la de los científicos y el personal de Bletchley Park, una mansión reconvertida en instalación militar que albergó la supersecreta GC&CS (Escuela de Códigos y Cifrados del Gobierno), encargada de descifrar las comunicaciones de la red alemana «Enigma».

Un reciente libro («Alan Turing. «El pionero de la era de la información», de B. Jack Copeland, Turner) ofrece un relato preciso de una contribución decisiva a la victoria aliada. Existe consenso en que, sin ella, el curso de la guerra habría cambiado: Inglaterra podía haber sucumbido, el desembarco de Normandía haberse retrasado o fracasado, y el conflicto alargado dos o tres años, con consecuencias imprevisibles.

 

Inventada en 1918

 

«Enigma» había sido inventada en 1918 por Arthur Scherbius, y mejorada en 1930. Era una especie de máquina de escribir a la que se añadían tres rotores (cuatro desde 1942) de un total de cinco (posteriormente ocho). La clave dependía de qué rotores se escogían, el orden en que se colocaban, y en qué posición. Los operadores (en los despachos de Berlín, los puestos de mando, en el interior de los tanques, en los submarinos, en los bombarderos, donde fuera, porque «Enigma» era portátil) llevaban con ellos las instrucciones de cómo debían colocarse los rotores, y estas posiciones cambiaban cada pocos días.

 

«Enigma» llegó a convertirse en indescifrable

 

Los polacos habían hecho avances penetrando una primera «Enigma», la misma que fue facilitada por Alemania a Franco en la Guerra Civil y que permitió a Berlín espiar sus comunicaciones. Pero inmediatamente antes de la invasión de Polonia, los alemanes añadieron otro elemento de seguridad, un clavijero de configuración también variable. «Enigma» se volvió indescifrable, aunque eso era matizable: mientras la red de la Luftwaffe fue penetrada justo a tiempo de revelar el inminente inicio del «Blitz», la de los submarinos, con medidas de seguridad adicionales, se resistía.

 

Pionero de la computación

 

Uno de los principales cerebros de Bletchley Park era Alan Turing. Cuando se hizo evidente que descifrar «Enigma» sería, ante todo, una labor matemática, los responsables de inteligencia no dudaron en contratar a un joven que ya descollaba como un pionero de la computación. Sin embargo, los militares desconfiaban de los matemáticos por su difícil relación con la disciplina. Uno de los méritos de Churchill fue comprender desde el primer momento que la capacidad para combinar su labor con las acciones militares sobre el terreno sería la única forma de actuar.

Con paciencia, ecuaciones e intuiciones para aprovechar ocasionales fallos de seguridad, el equipo capitaneado por Turing encontró pautas en los mensajes que permitieron entender detalles del funcionamiento, pero el grueso permanecía impenetrable. Para conseguir un avance significativo, pronto resultó evidente que la Marina debería capturar «pellizcos»; es decir, elementos físicos de «Enigma».

 

El valor de un marino

 

Era una labor ímproba, porque los alemanes tenían órdenes de deshacerse de todo al ser abordados. Pasaron largos meses sin resultados, hasta que, el 26 de abril de 1940, un marino inglés logró rescatar del agua una bolsa arrojada desde un buque alemán tirándose al mar. La información allí encontrada, aunque fragmentaria, permitió confirmar las ideas de Turing sobre cómo funcionaba la máquina, pero aún faltaba para penetrarla por completo.

 

El golpe más espectacular fue la captura del submarino U-110

 

Otros «pellizcos» se consiguieron asaltando buques meteorológicos, que al viajar muy hacia el norte llevaban las claves para períodos más largos. Pero el golpe más espectacular fue la primera captura de un submarino, el U-110, tras sus ataques contra un convoy el 9 de mayo, y que tenía su «Enigma» aún conectada cuando fue registrado. La única explicación es que su capitán, Julius Lemp, un héroe de guerra caído en desgracia ante Hitler, y que desapareció en el agua en algún momento del rescate, pensó erróneamente que el submarino se hundiría.

 

Máquinas de cálculo

 

Para entonces, ya estaban en funcionamiento las «bombas» de Turing, enormes máquinas de cálculo analógicas, que rastreaban la riada de mensajes interceptados en busca de configuraciones de los rotores que dieran textos legibles. Para entonces, 9.000 personas trabajaban en Bletchley Park. Dos mil de ellos estaban asignados a la tarea de supervisar los resultados.

 

Pronto todo el ejército alemán fue transparente para unos ingleses que leían los comunicados al poco de ser emitidos. Con consecuencias demoledoras: los submarinos fueron fácilmente cazados y esquivados; Rommel fue derrotado al conocerse sus problemas de combustible; y los soviéticos vencieron en Kursk al darles los británicos información sobre los blindados alemanes. Durante el contraataque que les llevaría hasta Berlín, los rusos se hicieron no sólo con las redes de «Enigma» que se fueron encontrando, sino también con las de «Tunny», una máquina aún más perfeccionada, que entró en pleno funcionamiento en 1942, y que elevaba los rotores a 12, además de tener un método de encriptamiento automático distinto a «Enigma».

 

Comunicación reventada

 

Lo más fascinante de «Tunny» es que los criptoanalistas de Bletchley Park consiguieron penetrarla sin ver la máquina. A partir únicamente de la señal recibida, el coronel John Tiltman, con una prodigiosa capacidad intuitiva, logró reventar una comunicación de 4.000 caracteres. Posteriormente, un matemático, Bill Tute, dedujo el funcionamiento completo de la máquina. Unido a los métodos de Turing, eso permitió que Tommy Flowers construyera en enero de 1944 «Coloso», el primer gran ordenador, que terminó de vencer definitivamente a «Tunny». Tiltman, Tute y Flowers son otros nombres que deberían acompañar a Turing en el monumento londinense.

Gracias al dominio de «Tunny», Churchill tuvo acceso a información sobre los planes de Stalin cuando los rusos se hicieron con ella. En la Guerra Fría continuó la batalla por la encriptación, por lo que los trabajos de Bletchley Park permanecieron clasificados. Hoy sabemos que marcaron un hecho sin precedentes: por primera vez, la victoria se inclinó hacia el bando que, junto a hombres y equipo, fue capaz de sumar a sus fuerzas las mejores mentes matemáticas (en el caso de Turing y el equipo de Bletchley Park) y los mayores físicos (en el del proyecto Manhattan).

Nunca algo tan teórico tuvo resultados tan inmediatamente palpables para tantos.

 

James Bond, a la caza de «Enigma»

 

La operación Ruthless («Despiadada») fue una de las más curiosas historias relacionadas con el desciframiento de «Enigma». Ante la dificultad para obtener resultados, la inteligencia naval decidió poner en marcha una operación especial con el fin de hacerse con un equipo completo de la máquina, y encomendó a sus oficiales su diseño. La prioridad fue máxima, porque los continuos bombardeos, sumados al bloqueo de los submarinos alemanes, estaba llevando al límite la resistencia británica, y el tiempo se agotaba.

 

La más atrevida propuesta vino de la mano del joven capitán de corbeta Ian Fleming, quien años más tarde se convertiría en el célebre creador de James Bond, el agente especial 007 al servicio de Su Majestad, y que en septiembre de 1940 describió una operación que permitía entrever la poderosa imaginación que luego aplicaría a las aventuras de su personaje.

 

El plan consistiría en aprovechar un bombardeo nocturno sobre Londres para, al alba, hacer despegar un bombardero alemán capturado y pilotado por personal de la RAF. Los británicos irían vestidos con uniformes alemanes, cubiertos con vendas y sangre («para que quede bien», según acotó Fleming), y el avión volaría con un motor apagado y una columna de falso humo para hacerse pasar de forma convincente como un avión alcanzado.

 

El piloto («fuerte, soltero, que sepa nadar») debía hacer caer al mar el avión sobre el Canal de la Mancha, a la vista de algún barco alemán. Al ser rescatados, los británicos matarían a todos los alemanes y los tiraría por la borda, se haría con el barco y llevarían el buque «y su botín» a un puerto inglés. En suma, una operación que contravenía todas las normas de combate, pero que era muy del agrado de Turing.

 

Fleming llegó a trasladarse con su equipo a Dover a mediados de octubre para localizar el barco más adecuado para la operación, pero los vuelos de reconocimiento de la RAF no dieron resultado, y finalmente la operación fue suspendida. Frank Birch, responsable de la sección dedicada a la marina alemana, dejó anotado cómo «hace dos días, Turing y Twinn (su asistente) vinieron a mí como dos enterradores a los que les hubieran privado de un bonito cadáver, totalmente alterados por que se hubiera cancelado la operación Ruthless».

 

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by Dr. Radut