Los personajes

Antes de nada, es conveniente aclarar que un personaje no es una persona. Así como en la anécdota relatamos un hecho real, protagonizado por personas que también lo son y que incluso podemos identificar, en la novela y el cuento se relatan historias ficticias y, por ello, los personajes también lo son. Aunque para su caracterización se parta de la realidad, e incluso sean personas reales las que inspiran los hechos que se narran, no tenemos que olvidar que en literatura todo es producto de la imaginación de una persona real, un autor o autora, con su nombre y sus apellidos.

Los personajes narrativos pueden crearse de forma realista, alegórica (es decir: personajes que representan aspectos abstractos, como en las fábulas, con animales que se comportan como seres humanos para representar la codicia, el orgullo, etc.), o fantástica (como seres ficticios, con frecuencia dotados de poderes sobrenaturales, como Harry Potter). En cualquier caso, todos ellos funcionan dentro del texto narrativo de acuerdo con los siguientes criterios de clasificación:

 

Según la personalidad

Según su participación

Según su psicología

Tipos: personajes superficiales que muestran los rasgos propios del grupo social al que pertenecen: el gracioso, el vago, el avaro,…

Individuos: poseen una mayor carga psicológica y se comportan de manera poco previsible.

Principales: son aquellos que tiene una mayor participación en la historia y ocupan más espacio narrativo. Pueden ser protagonistas, si cumplen un papel fundamental, o anta- gonistas cuando funcionan como obstáculo o impedimento para que el protagonista logre sus objetivos.

Secundarios: tienen un papel menos relevante y ocupan menos espacio narrativo.

Planos: tienen una caracte-rización muy sencilla y es propia de los personajes tipo. No experimentan ninguna evolución o transformación lo largo del relato.

Redondos: tienen una carac-terización más compleja: ex- perimentan, reaccionan, cam- bian y evolucionan a lo largo de toda la trama. Se asocian con los personajes individuo.

 

En un relato, la voz de los personajes se puede reproducir mediante los modelos de cita conocidos como estilo directo, estilo indirecto y el monólogo:


ESTILO DIRECTO

ESTILO INDIRECTO

EL MONÓLOGO

Sirve para reproducir textualmente las palabras de un personaje (Juan pensó: “aquí no aguanto yo dos días”). Se construye mediante la yuxtaposición de dos segmentos: la introducción del discurso del personaje con verbos de dicción, en 3ª persona: Juan pensó; y las palabras o frases que expresa en 1ª persona: aquí no aguanto yo dos días.

En este caso se trasladan las palabras de un personaje a través de la voz del narrador: Juan pensó que allí no aguantaba él dos días.

Las palabras se introducen por una conjunción (“que”, “si”, “cuándo”…) y sufren cambios las formas pronominales, los deícticos de tiempo y espacio y el tiempo verbal: yo > él; aquí > allí; aguanto > aguantaba.

Es una variante en la que un personaje habla consigo mismo. Esta forma deja entrever el interior del personaje, sus sentimientos, sus emociones…

Aunque lo normal es el uso de la primera per- sona, también se utiliza la segunda “tú” cuando el personaje se desdobla y habla consigo mismo.

 

 

 

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