A noción de "Escolástica" e o nacemento das Universidades.

HISTORIA DA FILOSOFÍA. FILOSOFÍA MEDIEVAL. La noción de Escolástica y el nacimiento de la Universidad.

El término “Escolástica” procede del latín scholasticus y significa “el que enseña o estudia en la escuela”.

Se llama así desde el Renacimiento a la corriente intelectual más importante de la Edad Media (s. XI-XIV), dedicada casi por completo a proporcionar un fundamento filosófico o racional al cristianismo, y a la que pertenecieron, entre otros muchos, autores como Anselmo de Canterbury, Alberto Magno, Duns Escoto o Tomás de Aquino.

El nombre proviene del término latino schola, escuela, y de aquí scholasticus. Fue aplicado en un principio a los que frecuentaban un determinado tipo de escuela como maestros o como alumnos, y luego a los que se caracterizaban por utilizar en sus enseñanzas e investigaciones el método con que se desarrollaba la filosofía medieval.

La Escolástica dominó por entero la vida intelectual europea del citado período. En sentido estricto, se llama «Escolástica» a la filosofía y a la teología que se enseñó durante la Edad Media, a la filosofía cristiana medieval.

La expresión Escolástica se emplea hoy, en un sentido más amplio, para denominar a ese período concreto de la historia del pensamiento, pero también a unos contenidos filosóficos determinados e incluso a un método o a una forma peculiar de hacer filosofía.

Toda la filosofía Escolástica se caracteriza por plantear, en relación con el problema del conocimiento, un intenso debate entre el recurso a la fe cristiana, representada por los textos sagrados de la Biblia y la tradición de los Padres de la Iglesia, y, por otro lado, a la razón filosófica como fuente alternativa del saber.

A lo largo de toda la filosofía medieval se mantuvo el lema, enunciado por Agustín de Hipona y, posteriormente, por Anselmo de Canterbury de «la fe que busca comprender», para expresar la problemática relación entre esas dos fuentes del conocimiento (la fe cristiana y la razón filosófica) que algunos autores intentaron armonizar y otros jerarquizar, aunque siempre respetando la autoridad y la primacía de la teología cristiana sobre el pensamiento filosófico. La temática concreta de la que se ocuparon los pensadores escolásticos aparece expresada en las colecciones de sentencias o manuales, cuya lectura y comentario debían emprender aquellos que querían ser lectores o licenciados en teología. La temática general, sin embargo, se centraba en los encuentros problemáticos entre fe y razón suscitados por aquellas lecturas y comentarios. Los estudios eran, básicamente, de índole teológica, aunque estas cuestiones religiosas conducían en su explicación y exposición a cuestiones epistemológicas, lógicas, antropológicas, cosmológicas, éticas o psicológicas, tal y como puede observarse en la obra de la mayor parte de estos autores.

Además de por los temas tratados, el pensamiento escolástico se caracteriza preferentemente por su método. El método escolástico, que se elabora con el objetivo primario de ser un instrumento didáctico, alcanza su pleno desarrollo formal con la llegada de las universidades medievales, entre los siglos XII y XIII.

Los instrumentos fundamentales de este método eran la lectio (lectura de textos) y la disputatio (discusión pública). En las facultades de derecho los textos leídos eran los decretos imperiales; en las facultades de medicina se leían sobre todo textos de Avicena y Averroes y textos antiguos; en las facultades de artes, convertidas en el s. XIII en facultades de filosofía, se leyeron y comentaron textos de las obras lógicas y físicas de Aristóteles; en las facultades de teología, los textos procedían de la Biblia, de obras de los Padres de la Iglesia y de las colecciones de sentencias llamadas Libros de las Sentencias. Los escolásticos leían estos textos y discutían acerca de ellos.

Toda esta actividad intelectual tenía lugar en las recién nacidas universidades, cuyo origen remoto se encuentra en las escuelas monacales establecidas en los monasterios desde siglos atrás. Las universidades se instituyeron bajo la tutela eclesiástica con el propósito de organizar la transmisión y el aprendizaje de los saberes, fundamentalmente literarios y humanísticos. Era la Iglesia quien aprobaba los contenidos de las enseñanzas, así como las normas de funcionamiento y los métodos -escolásticos- empleados en ellas. Las primeras universidades europeas fueron las de Bolonia, Oxford y París, siendo ésta última el centro de docencia e investigación más renombrado durante buena parte de la Edad Media. La primera universidad española se funda en Palencia hacia 1208. En todas ellas, las enseñanzas eran exclusivamente teóricas, sin prestar atención a la experimentación y a la confirmación empírica, puesto que el objetivo fundamental -y el único permitido por el control eclesiástico- era el de reproducir y difundir los saberes clásicos de acuerdo con el método escolástico.

Este respeto casi obsesivo de la Escolástica por el método académico ha sido el origen del sentido peyorativo que el término «escolástico» ha adquirido posteriormente en algunos ámbitos intelectuales. Se ha acusado así a los escolásticos de cultivar en exceso los aspectos formales en detrimento de los contenidos. El pensamiento de la Ilustración criticará con dureza a la Escolástica, a la que considera como un compendio de estudios oscurantistas propios de un período bárbaro de la historia, en el que la ciencia y la razón sucumbían ante la represión eclesiástica y, en consecuencia, el pensamiento estaba más preocupado por cuestiones de forma que por desarrollar contenidos útiles y comprobables.

Última modificación: Xoves, 21 de Setembro de 2017, 12:51