Las funciones ejecutivas se pueden definir como el conjunto de capacidades cognitivas necesarias para controlar y autorregular la propia conducta. Es decir, las funciones ejecutivas son lo que nos permite establecer, mantener, supervisar, corregir y alcanzar un plan de acción dirigido a una meta. Este conjunto de funciones es de gran importancia, pues lo usamos a diario.
Aunque hay diversidad de opiniones con respecto a qué son exactamente las funciones ejecutivas, existe consenso acerca de qué habilidades las componen. Las principales serían:
- Flexibilidad cognitiva: Capacidad para adaptar nuestra conducta y pensamiento a situaciones novedosas, cambiantes o inesperadas.
- Inhibición: Capacidad para controlar respuestas impulsivas o automáticas y generar respuestas mediadas por la atención y el razonamiento.
- Monitorización: Capacidad para supervisar la conducta que llevamos a cabo y asegurarnos de que cumple el plan de acción establecido.
- Planificación: Capacidad para pensar en el futuro y anticipar mentalmente la forma correcta de ejecutar una tarea o alcanzar una meta específica.
- Memoria de trabajo: Capacidad para almacenar temporalmente y manipular la información, con el fin de realizar tareas cognitivas complejas.
- Toma de decisiones: Capacidad para elegir una opción entre diferentes alternativas de manera eficiente y meditada.
- Resolución de problemas: Capacidad de llegar a una conclusión lógica ante el planteamiento de una incógnita.