Falacias del lenguaje

Ya hemos adelantado que las falacias lingüísticas se deben a ambigüedades del lenguaje, y al empleo de palabras con significado poco preciso. Si decimos, por ejemplo, "me han suspendido tres asignaturas", estamos indirectamente trasladando la culpa a los profesores (es decir: nosotros no tenemos nada que ver con que nos hayan suspendido); si decimos "he dejado tres asignaturas" (y lo que queremos decir es que las hemos suspendido), parece que queremos decir que lo hemos hecho así por propia decisión: hemos decidido centrarnos en las otras; cosa, por otro lado, poco aconsejable.

Como ves el lenguaje se presta mucho a la manipulación, en especial en el mundo laboral, en la vida política y en la publicidad. Así, por ejemplo, con frecuencia oiremos en televisión que "determinada empresa ha llevado a cabo un reajuste laboral" (y seguramente, por desgracia, hay que entender "despidos"). Si se habla de que "se ha producido un descenso del paro", seguramente no aclararán a qué se refieren, y dirán el dato que mayor beneficio les produzca (y ello porque el concepto de desempleo tiene diversos ámbitos de relación).  No es lo mismo hablar de "reestructuración" cuando de lo que se habla es de los recortes.

Otro ejemplo. Si decimos

Los hombres y las mujeres no son iguales, por eso no pueden tener los mismos derechos.

Cometemos una falacia, porque la palabra "igual" se refiere a una cuestión física y biológica, y la palabra "mismos", que se relaciona obviamente con el concepto de igualdad, aparece en la segunda parte de la oración, pero con un sentido distinto, que está en relación con los derechos de las personas.

Sin embargo, por desgracia, a lo largo de la historia de la humanidad ha habido (y hay) muchas personas cuyo pensamiento está influido por esta falacia.

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