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Xuño 2018

El misterio de la torre Eiffel
de
Pascal Lainé


    Nesta novela nárrase a construción dunha inmensa torre cuxa  función era decorativa, pero que acabou como un centro de comunicacións deautor gran importancia estratéxica durante a primeira guerra mundial e hoxe en día, ademais dunha atracción turística, é un dos símbolos máis famosos da loita do home por superarse a si mesmo. Os debates estéticos a que deu lugar, as dificultades co movemento obreiro durante a súa construción, os conflitos políticos e económicos que toldaron a súa construción... O autor  retrata o París do cambio de século, cando o Moulin Rouge estaba no seu apoxeo, Victor Hugo era o maior intelectual do país e a fotografía revolucionaba o mundo do xornalismo. Partindo de tres personaxes principais, un xornalista, unha bailarina de cancán e un obreiro especializado, recréase a construción da Torre desde moi diversas perspectivas: desde os acordos políticos que se ocultaban tras a concesión da obra a Eiffel ata as insólitas condicións de traballo dos obreiros que participaron na construción.
   
    Una tarde de mayo de 1884, el joven ingeniero Maurice Koechlin , colaborador de Gustave Eiffel, no se levantó de la mesa de dibujo en la que comenzaba a perfilar un pilar muy semejante a las portadaestructuras que sostenían los puentes de metal. A la luz vacilante de una lámpara de gas, el dibujo ganaba en precisión a medida que pasaban las horas, y aquel pilar ganaba en altura gracias a una estilización cada vez más acentuada que le confería, más o menos, el aspecto de la aguja de una catedral gótica. Pero aquel chapitel que se perfilaba y que habría de atravesar las nubes estaba compuesto de viguetas de hierro que se ensamblaban como la cruz de san Andrés. Maurice Koechlin puso en aquel dibujo todo el entusiasmo y la energía que le deparaban sus veintiocho años. Al amanecer, una vez que hubo acabado el dibujo, Koechlin se dedicó una hora más a representar a la misma escala que aquel pilar algunos monumentos muy conocidos, como Notre-Dame, la columna de la Bastilla, la columna Vendôme, etcétera, a fin de establecer una comparación. Al cotejarla con las demás representaciones que había trazado, la comparación puso de manifiesto las colosales dimensiones de aquel pilar o, más bien, de la torre que había concebido el joven ingeniero.
    Sin dar muestras de cansancio, tras haber pasado una noche en blanco, no se movió de la mesa de dibujo durante todo el día siguiente hasta que se hizo de noche. A pesar de estar ya en la madurez y de gozar de un temperamento flemático, el ingeniero Émile Nouguier se había dejado llevar por el entusiasmo de su joven compañero de profesión. El primer esbozo de Koechlin tenía muchos puntos débiles; no es posible crear en unas pocas horas, y sólo con ayuda de la inspiración, una estructura dos veces más alta que la gran pirámide de Keops. Aquella torre de trescientos metros concebida por Maurice Koechlin sólo podría llevarse a cabo mediante cálculos exactos y, si pretendían llegar a verla en pie, tendrían que estar más que...



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