Acabo de subirme al avión de vuelta a Ítaca, en donde espero que me
reciba con los brazos abiertos mi querida Penélope (yo la llamo mi Pe),
que sé que está rodeada de pretendientes, y que mi niño Telémaco (le
llamo Tele, pues se pasa el tiempo viendo partidos) se alegre al verme.
Y cojo el avión porque no quiero soportar más odiseas en barco por
muchas razones.
En primer lugar, porque el viaje en barco se me hace muy largo y
además no sé nadar. El segundo, porque el paisaje es siempre el
mismo, y lo único que se ve ahora son cruceros de turistas que no
saben lo que les espera cuando lleguen a Troya. En tercero, porque
además el que controla el mar es un tal Poseidón (que se cree un dios
y siempre adoptaba esa pose sin ningún don), padre de Polifemo (Poli)
con el que tuve una gran trifulca porque no me quitaba el ojo de
encima de las ganas que me tenía: le gustábamos mucho los hombres.
En efecto, cuando me embarqué para ir a Troya no sabía lo que me
esperaba. En principio, creí que el motivo del viaje era para asistir a un
partido de fútbol y la expedición la formaban exclusivamente los ultras.
De ahí la que se armó, como se dice desde entonces.
Incluso entre nosotros. Pues uno de los más folloneros e irascibles era
Aquiles, falto en absoluto del sentido del humor. A mí me tenía manía,
porque siempre me cachondeaba de él cuando le presentaba a alguien
diciendo "Aquí les presento a Aquiles". No se descalzaba ni para
ducharse y siempre rascándose el talón. Eso sin contar a una tal Circe,
que parecía que solo le gustaban los cerdos (un poco como a Poli,
aunque ella no se los comía). Y para qué hablar de las sirenas, que nos
gritaban provocativamente desde las playas. Desde la lejanía sólo se
les divisaba la cabeza, y eran guapas, ¡pero menudas pajarracas! Y
cantaban tan mal, que había que taparse los oídos. Y como yo no
encontré con qué, me tuvieron que atar para que no fuera a decirles que se callaran.
En fin, no quiero contar más cosas, que me tomaría mucho tiempo.
Además, hay un cronista que da todos los detalles. No por escrito,
sino recitando, y, aunque es ciego, no se le escapa detalle. Pero ojo
con el ciego, que exagera mucho.
Como decía, vuelvo (vuelo, para ser más concreto) con mi Pe. El
avión es de la compañía "Ícaro", la más segura de todas. Aunque, eso
sí, el piloto nos ha advertido que viajemos con el salvavidas puesto.
Espero que, cuando tomemos tierra, no sea un hartazón..
ULISES